Mi princesa Campanilla está de santo hoy, y en un par de semanas también estará de cumpleaños, si Dios quiere, el próximo 30 de diciembre. En estos meses está madurando mucho, y empieza a centrarse y a ser consciente de muchas cosas. Y no puedo evitar acordarme de Don Manuel Boldes, aquél sacerdote del Opus Dei, que tan buenos consejos me daba.
Vuestros hijos son salas de cine vacías, vosotros sois los que debéis elegir quienes deben de sentarse en sus butacas, si los valores cristianos o lo que la actual sociedad marca como bueno y correcto. De vosotras madres, depende que tipo de conciencia queréis ayudar a construir en vuestros hijos.
Este año, su tutor, me dijo, Lucía además de ser super inteligente, tiene aquí dentro muy buena materia prima, solo necesita ir madurando, y tenía razón, sus casi cuarenta años de experiencia se la han dado. Gracias Don Juan.
Y a mi solo me queda desearle a la guapa guapísima de mi niña mediana, a mi Campanilla, a mi bailaora con arte, a mi oradora espontánea, a la chica de los cartelitos y las cartitas, a esos dos ojazos que te hablan solos, a esa sonrisa nerviosa, y a su deambular por casa tan escandaloso, que sea muy feliz en su día, y todos los días de su vida, que no hay corazón más grande que el suyo, y que estoy orgullosísima de ser su madre, y que la adoro.
¡Muchísimas felicidades mi amor!