Felipe Gonzalez no es solamente un mito para los que aun tienen el descaro de autodenominarse socialistas. Lo es también para todos aquellos que reconocen su papel esencial, arrastrando con él a todo el PSOE, en la continuidad del franquismo, con un poco de maquillaje democrático (más o menos superficial), a través de la Transición y hasta hoy.
Los suyos, incomprensiblemente, siguen aplaudiendo sus acciones, a pesar de todos los desmanes que se llevaron a cabo contra los trabajadores españoles y los derechos sociales y políticos durante su gobierno. Recordemos, por ejemplo, los GAL, la desorbitada y descarada corrupción, su complicidad con dictadores y mafiosos de todo el mundo (el rey de Marruecos, Carlos Slim, Carlos Andres Perez), la reconversión industrial que dejó sin tejido productivo el país por orden de quienes financiaron este régimen de maleantes, la entrada definitiva en la OTAN, las reformas laborales, la desmovilización social que propició desde el poder, su apoyo y esfuerzo para apuntalar a la corona borbónica, el denigrante Concordato firmado en su día con el Vaticano, etc…
Lo que sí que es lógico es que el Partido Popular, al que podría haber pertenecido Felipe Gonzalez sin que nadie hubiera notado la diferencia, le rinda homenaje. Así, el Ayuntamiento de Sevilla, hoy gobernado en mayoría absoluta por el partido de Rajoy, le ha nombrado hijo predilecto de la ciudad.
El popular Juan Ignacio Zoido, primer edil de la capital andaluza desde las elecciones de mayo de 2011, anunció que impulsará que al expresidente del Gobierno reciba ese reconocimiento con motivo del día de San Fernando, patrón de la ciudad.
La decisión, que llega después de que el PP rompiera años de mayorías del PSOE, coincide con el vigésimo aniversario de la Expo 92, aquel gran agujero de dinero público que Felipe González avaló y con el que tantos amigos suyos se enriquecieron, y está ligado a este acontecimiento.
El acuerdo municipal en el que se explica el nombramiento reconoce la «contribución decisiva» de González a un evento que «no solo situó a la capital hispalense en el centro cultural del mundo sino que supuso un punto de inflexión en la transformación de Sevilla y Andalucía». Esa misma Andalucía que otro gran señorito andaluz de la calaña de González, Javier Arenas, y todo su partido, al que por otro lado también pertenece el alcalde de Sevilla, constantemente considera, por el contrario, como la más atrasada región española, etc…
Pero ya estamos acostumbrados a este tipo de peleas aparentes entre los dos grandes partidos parlamentarios, las dos principales columnas del edificio carcomido y del estado corrupto nacido del franquismo criminal y sanguinario. Mientras por un lado fingen ser enemigos y opuestos, por otros hacen negocios, se reparten prebendas y se hacen homenajes mutuos.
Al fin y al cabo, los peperos tienen el mismo origen que el propio Felipe Gonzalez, o que sus “amigos” del partido (Rubalcaba, Solana, etc…) que, como vemos en la fotografía del post, inició sus pasos practicamente donde los está terminando, y donde en realidad ha permanecido siempre: defendiendo los privilegios de la oligarquía y su vida parasitaria a costa de la clase obrera.