Cuando alguien ha sido el máximo representante de un país durante años, es verdaderamente complicado aceptar que el foco público ya no está sobre él… Es lo que le ocurren a los ex presidentes en España que, como aseguraba el propio Felipe González, son “grandes jarrones chinos colocados en apartamentos pequeños: estorban en todas partes, los pongas donde los pongas". Esa ausencia de la escena pública les hace desarrollar un afán de notoriedad que les lleva a hacer declaraciones fuera de lugar, extemporáneas o, simplemente, lamentables. A Aznar le ha ocurrido decenas de veces, como su particular ‘defensa’ del vino o los ataques feroces e irresponsables a España en conferencias internacionales.
En el caso de Felipe González, no se habían detectado numerosas salidas de tono excesivas (aunque haberlas haylas…) en los últimos años. Sin embargo, el domingo decidió marcar un antes y un después en una entrevista del escritor Juan José Millás en El País. En ella, dijo esto sin titubear:
“Ya hace mucho que no estoy en el poder pero te voy a decir una cosa que a lo mejor te sorprende. Todavía no sé siquiera si hice bien o hice mal, no te estoy planteando un problema moral, porque aún no tengo la seguridad. Tuve una sola oportunidad en mi vida de dar una orden para liquidar a toda la cúpula de ETA. Antes de la caída de Bidart, en 1992, querían estropear los Juegos Olímpicos, tener una proyección universal... “
“… Nuestra gente había detectado -no digo quiénes- el lugar y el día de una reunión de la cúpula de ETA en el sur de Francia. De toda la dirección. Operación que llevaban siguiendo mucho tiempo. Se localiza lugar y día, pero la posibilidad que teníamos de detenerlos era cero, estaban fuera de nuestro territorio. Y la posibilidad de que la operación la hiciera Francia en aquel momento era muy escasa. Ahora habría sido más fácil. Aunque lo hubieran detectado nuestros servicios, si se reúne la cúpula de ETA en una localidad francesa, Francia les cae encima y los detiene a todos. En aquel momento no. En aquel momento solo cabía la posibilidad de volarlos a todos juntos en la casa en la que se iban a reunir.
Lo simplifico, dije: no. Y añado a esto: todavía no sé si hice lo correcto. No te estoy planteando el problema de que yo nunca lo haría por razones morales. No, no es verdad. Una de las cosas que me torturó durante las 24 horas siguientes fue cuántos asesinatos de personas inocentes podría haber ahorrado en los próximos cuatro o cinco años. Esa es la literatura. El resultado es que dije que no.
Al margen de las reacciones políticas surgidas, con denuncia de IU por enaltecimiento del terrorismo incluida, y de los excesos mediáticos como los cometidos por el periódico El Mundo (que ha revivido en estos últimos días épocas pasadas…) uno se pregunta: ¿A qué diablos vienen estas declaraciones a las puertas del final de ETA? ¿Por qué Felipe González dice ahora esto y, además, se reafirma? ¿Es ético que un ex presidente del Gobierno haga pública su duda moral sobre si hizo lo correcto o no tras rechazar la oferta de descabezar al grupo terrorista? ¿Hasta qué punto es un flaco favor a la causa nacida contra el grupo terrorista?
Soy de los que opinan que el fin nunca justifica los medios; que por muchos deseos de que desaparezca ese grupo de desalmados, no puede estar sobre la mesa de un presidente del Gobierno la posibilidad de asesinar. ¿Se hubieran salvado muchas más vidas de las que se habrían sacrificado? Sinceramente, creo que no. Pero, aunque la respuesta fuera sí, no sería una excusa aceptable en una democracia que tanto ha costado construir.
Al parecer, este razonamiento no lo tiene el ex presidente del Gobierno que, no sólo no se retracta, sino que reitera que la duda sobre si hizo lo correcto sigue estando ahí. Una duda preocupante y peligrosa a partes iguales.
¿Quieres leer algo más sobre el tema?:
'El tiro en el pie de Felipe González' - Arsenio Escolar
'Terrorismo de Estado' - Íñigo Sáenz de Ugarte de 'Guerra Eterna'
'Zapateado Zapatero' - Nacho de la Fuente en 'La Huella Digital'
'Se buscan periodistas' - Javier Pérez de Albéniz de 'El Descodificador'