La Nochevieja no sería lo mismo sin las sonrisas. Es más, creo que la clave del éxito de la tradición de las doce uvas es que entre prisas, atragantamientos, despistes, retrasos y demás, todo el mundo anda con una sonrisa en la boca. Así que sonriamos para recibir al año del cupón, al Dosmil ONCE. Eso es publicidad, leñe.
¿Y por que sonreir? ¿Porque felicitar el año? Pues “Por Eso” (El post tradición de los 31 de diciembre)
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Amar la vida. Por que se nos acaba a cada minuto, a cada segundo, a cada uva que nos tomemos esta noche. Por que nada vuelve y todo nos debería parecer nuevo en cada esquina. Por que cada sonrisa es un tesoro, cada lágrima una caida, cada beso que devolvemos es la prueba de que todo esto tiene sentido, al menos si lo miras desde los labios que te lo han devuelto. Por que cada latido que damos es uno menos que daremos, pero uno mas que hemos logrado dar. Por que miro sus ojos y merecen la pena. Por que el amor existe, la vida duele, el odio acecha, lo negro asusta, el alma rie, sus ojos me enamoran. Por que aun quedan risas, sonaran canciones, habrá medallas aunque no sean de oro, existiran derrotas de las que levantarse. Por que nunca, nunca puedan con nosotros. Porque te quiero, Marta. Y a vosotros sin borrachera de comida de amigos o de empresa. Por que sabeis perfectamente cada uno de vosotros a quien os lo digo. Por que no teneis ninguna duda de ello. Por todo eso y todo lo que no puedo decir por falta de ingenio, palabras o corazón. Por todo…. Feliz año.
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