Revista Deportes
Entre unas cosas y otras, mientras éstos y aquellos libran sus guerrillas particulares, se van aclarando las líneas maestras de lo que será una Feria de Abril que no habrá por donde cogerla. El Juli, Perera y César Jiménez, presumiblemente se quedarán fuera, por el tema del tabarrón de los rayos catódicos. A ellos se les podría unir Cayetano, cuya contratación ahora mismo está en el alambre y depende, más que de su propio tirón como torero, del trato dispensando a Morante, el otro cromo de Jindama TV (cosas de M).
Ahora que se cumplen cien años de la alternativa sevillana de Joselito el Gallo, a los que los madrileños se empeñaron en llamar Gallito, el resto de las figuras se anunciarán, como homenaje a su propia bajura torera, en el Baratillo con hierros con menos casta y poder que los cabestros de la época del gitano de Gelves. Así, Manzanares, habría exigido tres tardes, con las divisas de Victoriano del Río, Juan Pedro Domecq y Cuvillo, mientras Morante escacharrará los relojes, y seguro los nervios a más de un torista, con corridas de Cuvillo, Juan Pedro Domecq y Daniel Ruíz o Garcigrande, en lo que será un apoteosis del monoencaste y del arte de torear mal entendido.
La ilusión, y la duda, del retorno de José Tomás; el enésimo encuentro del Cid con los grises de la A coronada; el duelo Fandiño-Mora con Fuenteymbros; el fenómeno de Padilla, que podría entrar aquí también en terna con figuras, en farolillos, alejado del destierro torista de preferia; el ansiado retorno de Cuadri; la tarde con los del Conde de la Maza, dónde puede entrar Antonio Nazaré y quien sabe si algún representante más de la gracia sevillana como Oliva Soto, Pepe Moral o Vilches; junto a la tradicional miurada, con la que se despedirá el maestro Fundi de Sevilla, son algunos de los trazos con los que Pagés prentende dibujar una de las peores abriladas que se recuerden.