Revista Arte
Fernando pessoa en el 83 aniversario de su muerte en lisboa, el 30 de noviembre de 1935: un sueño escondido bajo un mapa de sensaciones
Por Asilgab @asilgabFernando Pessoa dibujó su vida con los trazos de la silueta de los héroes anónimos, igual que aquellos argonautas que fueron en busca del vellocino de oro. Sin embargo, él no lo hizo embarcándose en un navío sino a través de un sueño escondido bajo un mapa de sensaciones al que dotó del silencio de la noche, del anonimato de un fantasma que huye de la sombra de sí mismo y de la necesidad de ser otro. Muchos han sido los que se han acercado al mítico arcón donde guardó más de veinticinco mil documentos que, tras su muerte, han sido rescatados del olvido. Un olvido que, como todo aquello que ni se ve ni se toca, pertenece al mundo de los sueños. En Pessoa se concibe la vida como «la geometría del abismo», pues igual que Ángel Crespo no dudó en definir el Libro del desasosiego (el diario apócrifo del portugués) como un mapa de manchas, su obra se nos presenta como un conjunto de formas, de vivir y sentir, alejadas de la realidad, pero muy cercanas a la posibilidad de crear nuevos mundos a través de otros. Esos otros, que se rebelan ante nosotros igual que lo hace el reflejo que nos proporciona el espejo que se precipita sobre nuestro cuerpo y, que en el caso de Pessoa, éste interpeló mediante sus múltiples heterónimos. Un teatro de voces a los que él proporcionó una voz y una personalidad propias, creando, como sólo lo hacen los genios, un nuevo estilo literario: el de la heteronimia. Pessoa, dijo: «Vivir es ser otro. Ni sentir es posible si hoy se siente como ayer se sintió: sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir: es recordar hoy lo que se sintió ayer, ser hoy el cadáver vivo de lo que ayer fue la vida perdida». Y en esa eterna búsqueda del presente exento de futuro, abordó todo aquello que su mente tuvo a bien vislumbrar o explorar.
La particularidad de su obra no se encuentra sólo en la posibilidad de revisar una buena parte de la biografía del poeta portugués, sino también en poder hacerlo desde las voces que le acompañaron a lo largo de toda su vida. Una vida que, como toda leyenda, contiene el desgarro de las situaciones imposibles, pero también la épica que se sobrepone a los reveses de una existencia marcada por el fracaso. «Hice de mí aquello que no supe,/ no hice lo que podía hacer de mí./ Vestí un dominó equivocado./ Pronto me conocieron como aquel que no era:/ no lo desmentí y me perdí».
En un mundo tecnificado que, cada día más, nos dirige nuestras vidas, Pessoay su obra nos permiten regresar al pasado; un pasado donde las personas todavía escriben cartas y sus historias de amor descansan sobre la soberbia de los sentimientos más profundos y la vitalidad de la búsqueda de una dignidad perdida en el curso de los tiempos. Historias en blanco y negro que, si se quiere, retoman la luz cuando llegan a Lisboa, una ciudad que, en Pessoa, se convierte en el cauce final donde los sueños se enfrentan con la realidad para crear un mundo nuevo e inesperado. Un mundo en el que los dioses, los mares, el hombre y la tierra, conforman una secuencia con la que darle cuerpo a un sueño: el de los dioses perdidos…, y no encontrados.
Ángel Silvelo Gabriel