Esta mañana hemos asistido a la proyección de dos de las películas más esperadas de las que se proyectan en la sección oficial. Muy diferentes entre sí, la primera propuesta se engloba dentro del cine de género y viene de España, la otra se podría decir que es inclasificable, que el realizador francés François Ozon es un género en sí mismo.
Antonio de la Torre y Nerea Barros Foto: Manu Zapata
A primera hora de la mañana, para despegar las legañas de nuestros adormecidos ojos, una propuesta contundente y muy sólida. La isla mínima de Alberto Rodríguez, es un thriller en toda su esencia. Un policiaco espléndidamente rodado e interpretado, donde el paisaje de las marismas del Guadalquivir se encuentra perfectamente aprovechado y se integra como un personaje más en esta historia que narra la investigación que dos policías foráneos realizan sobre la desaparición de dos chicas adolescentes en una pequeña población marismeña. Sorprendente la contención y el minimalismo en las interpretaciones de un Raúl Arévalo y un Javier Gutiérrez que desde ya son candidatos al premio al mejor actor. La película entra a formar parte desde ya mismo en las quinielas para todos los premios, desde el guión hasta la Concha de Oro pasando por la dirección y los actores. Cine de muchos quilates para comenzar el concurso de este 2014.
La otra propuesta matutina de la sección oficial, como comentábamos antes, llega de la mano del director que logró la Concha de Oro hace dos años gracias a En la casa, François Ozon, en la que adaptó libremente la obra de teatro de Juan Mayorga, El chico de la última fila. En esta ocasión se trata de otra adaptación libre, de una novela de Ruth Rendell esta vez. autora que sirvió de punto de partida Almodóvar (con absoluta infidelidad al texto original, según palabras del director manchego) para escribir y dirigir Carne trémula. Como en la estupenda Concha de Oro de 2012 una atmósfera inquietante sobrevuela la película en todo momento, pero lo que no queda tan nítido es la dirección a la que se dirige la película. La imprevisibilidad que pasa por ser una virtud en un guión, llega a desconcertar por momentos, y se convierte en una rémora. El filme, tras un comienzo muy brillante, que juega, como en el trabajo de animación Up, a narrar toda una vida en apenas 10 minutos, y después de un giro enormemente sorprendente comienza a girar en círculos y peca de cierta irregularidad que despista al espectador, pero sabe recoger la trama para concretar un final que cierre el círculo de manera adecuada y ciertamente reivindicativa. En el pase para el público ha cosechado gran cantidad de aplausos, con lo que, la propuesta arriesgada, que lo es, de Ozon, ha contado con el respaldo de los espectadores.
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