Revista Opinión

Feudalismo y Eurovisión

Publicado el 24 marzo 2011 por Carmentxu
Feudalismo y Eurovisión

Justus Lipsius, un edificio funcional sin espacio para la alegría

España ofrecerá hoy y mañana en Bruselas su mejilla más sumisa, la que nos ha históricamente al ostracismo internacional: si no hacemos ruido ni nos movemos, el enemigo pasará de largo. Zapatero, con sus mejores galas hoy por hoy, las de la austeridad, tratará de contener a la Europa de Merkel con 12 recetas mágicas, 12 explicaciones. Mientras, aquí, todos tan descontentos. Los ciudadanos apenas pedimos explicaciones, pero se nos espera el 22 de mayo para hablar desde el desdén (que hace mucho daño a la izquierda) y el descontento (que hace mucho bien a la derecha).

Finiquitada la política de globos sonda, ha resultado que no eran tales, sino hechos consumados. ZP ya conoce bien el edificio Justus Lipsius, sede del Consejo Europeo, que debe su nombre al humanista Justo Lipsio, nacido en los Países Bajos cuando pertenecían al Imperio en el que nunca se ponía el sol. Siglos más tarde, y como posible consecuencia del cambio climático, no hay manera de que salga el sol en este Imperio.

A diferencia del festival de Eurovisión, donde los representantes españoles llevan más de un traje para no desentonar en un escenario que cambia cada año, Zapatero llevará sólo un traje a Bruselas, el de la austeridad: conoce de sobras el color predominante en la guarida del lobo. ZP va a rendir cuentas al señor feudal que, a cambio de protección, diezma a los aldeanos a impuestos, manteniéndolos en la miseria y el analfabetismo funcional. Ha cambiado el escenario en esta aldea global, pero no los papeles. En el Medievo, aparecía en el momento crítico la figura romántica del antihéroe, el asaltador de caminos, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres. Nuestra versión patria fue Curro Jiménez. No era el Errol Flynn que encarnó a Robin Hood, pero tampoco lo pretendía. Ahora Curro es un nuevo rico que, tras un golpe de suerte, disipa su fortuna en el Caribe y no se tiene noticia de que rece por Japón ni por África.

Con frecuencia me viene a la memoria, no a la propia, que no lo viví, sino a la que atesoro entre las esquinas de mi información genética, el último parte de guerra: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. Pues eso.


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