Que no se avergüence nadie, que eso nos ha pasado a todos. Jamás deberíamos justificarnos por tratar de convertir nuestra insulsa existencia en una gran escena cinematográfica.Sin embargo, existen unos momentos clave (también conocidos como americanadas o simplemente flipadas de la vida), que debemos evitar a toda costa, ya que nunca van a salir tal y como esperábamos. Mejor prevenir que curar el bochorno y la decepción.
EL ARREBATO DE PASIÓN
Versión censurada
A primera vista, parece fácil. La pareja en cuestión sufre una de esas epifanías románticas que todos hemos deseado experimentar alguna vez y deciden "en el calor del momento", que finalmente ha llegado la hora de resolver esa tensión sexual que les había atormentado durado días, meses, o puede que incluso años.Resulta evidente que Jimmy y Katie no consideran apropiado esperar más, así que la escena se deberá desarrollar forzosamente en un lugar que incluya un amplio escritorio capaz de soportar el peso de dos humanos en celo, y cuanto más lleno de objetos caros, mejor. Portátiles, teléfonos, pisapapeles, marcos de fotos de su familia en las vacaciones de Pascua y sobre todo, esta cosa, objeto clave y fundamental que todos los empresarios importantes de las películas tienen obligatoriamente en sus mesas.Entonces, el protagonista le dirigirá una mirada cómplice a su alma gemela y señalará el escritorio con un sutil gesto de seducción. A continuación, dará un manotazo con estilo (sí, incluso en estos momentos son elegantes), arrojando todos esos objetos al suelo.Qué más dará mi portátil de 1500 pavos, la foto de mi hijo Timmy, o el pisapapeles que me regaló la tía Mildred en mi primer día en Lockhart & Gardner. Aquí lo que importa es la pasión.
En ese preciso instante, empezará a sonar una canción romántica pero sexy y sus cuerpos se moverán rítmicamente, acompasados a la perfección.
Ya te gustaría parecerte a estos
Mientras tanto, en la vida real...
—¿Por qué no nos lo montamos en la mesa? Lo acabo de ver en una película y parecía guay.— Pero cariño, creo que la gracia es que sea espontáneo, sin comentarlo antes.— Bueno, qué más da, ¿quieres?— ¡Sí!— ¡Tíralo todo al suelo!— Mmm... pero mejor quitamos el portátil, ¿no? Que nos costó muy caro.— Sí, es verdad. Oye, y no quiero que se rompa la taza de Mr.Wonderful que me regalaste, cógela también.— ¡Venga, ahora!— Espera, espera, ¿y tu móvil? Si te lo compraste hace dos semanas!— Ostras, sí. Bueno, y ya que estamos, quito la lámpara y el joyero, ¿no?—...—...—¿Vamos a la cama?— Sí.