El único pero que tuvo PHOTOGRAPHIC MEMORY, es que era un poco taquillera (de moda, con onda) y la sala estaba un tanto colmada de toda la gente que detesto, por suerte ninguno amigo mío, solo uno que ni bien se prendió la luz salió corriendo. Pero exceptuando ese comentario sectario y de profundo desprecio por el ser humano, paso a decir que la película de Ross McElwee era realmente una poesía en movimiento.
Un padre como muchos otros, atormentado y sufriente por el hijo adolescente que se ha convertido en un imbécil y que como declara en una ocasión quisiera estrangularle a causa de la incomprensión e imposibilidad de acercársele, ser amigos, como cuando era un pequeño "Adrien". Y cual si fuera poco, el adolescente en cuestión es respondón y siempre tiene un argumento en la punta de la lengua para darle a su padre.
En estos avatares, es que Ross decide reflexionar (muy europeamente, siendo que es norteamericano, pero algo se le habrá pegado) sobre qué o dónde estaba él a la edad de su hijo y quizás así entenderlo y poder relajarse y dejarlo Le it be. Mientras tanto, para tal emprendimiento de materia gris, decide volver al lugar de los hechos, donde él llevó a cabo su adolescencia, hacer un viaje de nostalgias, desenterrar recuerdos, secretos, pasiones, amores en busca de explicaciones.
Todo esto y para recordarnos que estamos ante un trabajo audiovisual, casualmente documental, Ross decide viajar y mostrarnos su mundo a través de lo que le ha dado pan y frijoles: su cámara fotográfica. Mostrándonos sus diarios de vida, de viaje y las fotos tomadas en aquello old time a go, es que vamos adentrándonos en la vida de Ross McElwee.
Y pues la fotografia es un elemento ultra poético (según yo), sobre todo si son tomadas por alguien con dedos para el asunto, si son en blanco y negro, porque como que el color rompe mucha de la magia capturada. Nos lleva a St Quyn un pueblo en Francia donde vivió un año trabajando como fotografo y vendiendo verduras y frutas para una chica, con la cual tuvo un amorío.
Una creativa forma de resolver los problemas atorados en el tintero.
Las fotografias antiguas y nuevas son realmente hermosas. Las imágenes de video del "pequeño Adrien" también lo son. Todo lo que huela a historia tiene un aroma especial y hace de este documental, algo realmente inolvidable.
Fotografía y memoria siempre llevan a pensar en la infancia de uno, los mejores momentos o sino en algo tan vital como la historia, el paso del tiempo, aquellos que perdieron seres queridos, que se los arrebataron, desaparecieron y que a duras penas les quedaron fotografías para rememorarlos. La fotografía debería ser una obligación nacional, que todos los ciudadanos al nacer se les entregue una cámara, con la cual capturar los momentos mágicos, grises, alegres y dolorosos de la vida, su vida, vida con otros, con todos.
Totalmente recomendado!!
SINOPSIS:
Ross McElwee quiere entender a su hijo adolescente y decide rememorar cómo había sido él a esa misma edad, cuando mochileó por pequeños pueblos de Francia y aprendió a tomar fotografías. El recorrido es casi una investigación policial de su propio pasado. Un documental entrañable.
CALIFICACION:
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FICHA TECNICA:
Título original: Photographic memory, 2011, Estados Unidos - Francia
Dirección: Ross McElwee
Género: documentalmi septima pasion