Revista Maternidad
Lety, de CriandoCreando, y Mónica, de Familia Libre, han tomado la iniciativa de festejar el inicio de la Semana Mundial de la Lactancia Materna con una fiesta bloguera.La idea es que las mamás que tenemos blogs contemos algo sobre alguna de estas preguntas:
• Cuál es el reto que más trabajo te ha costado sobrepasar para lactar
• Qué es lo que más te gusta o gustó de amamantar
• A qué edad destetaste o piensas hacerlo
• Cuál es tu experiencia con los médicos (pediatras , ginecólogos, dentistas, etc.) respecto a la lactancia
Estos son algunos de los blogs que se han sumado a la propuesta:
Así que me uno a esta celebración, y voy armar una entrada sobre cada tema propuesto, las que iré publicando de a poco en el transcurso de la semana.
Hoy, la primer entrega ;-)
Trabajar y amamantar: difícil, pero no imposible
Lamentablemente aquí en Argentina, las mujeres gozamos de una licencia por maternidad muy corta: 45 días antes del parto y 45 días luego del nacimiento del bebé. Esta licencia, a solicitud de la madre y si el embarazo marcha bien, puede ser de 30 días antes y 60 días después del nacimiento. Se imaginan lo que es dejar a tu bebé de 45 o 60 días en la guardería, o si tenés mucha suerte, en tu casa con tu mamá, tu suegra o alguna persona que lo cuida, para reintegrarte a trabajar, la mayor parte de las veces, 8 horas diarias? Si en este primer tiempo el bebé lo que necesita es estar con su mamá, y la mamá con su bebé, la situación empeora cuando esta mamá amamanta y se reintegra a su trabajo con los pechos hinchados de leche, preocupada por si su hijo aceptará o no la mamadera que dejó en casa o en la guardería (de leche materna, si fue lo suficientemente previsora para extraerse antes de empezar a trabajar, de lo contrario de formula), y con un arsenal compuesto de extractor, bolsitas recolectoras, mamadera, refrigerantes, etc. Y es que la legislación argentina solo contempla una hora diaria de lactancia para la mamá que se reintegra a su trabajo. En el caso de que se desee una excedencia por maternidad, la misma se toma sin goce de sueldo. Y en los tiempos que corren, pocas son las mamás que pueden darse tal lujo.
Como ya conté aquí, me reintegré a trabajar cuando Joaqui tenía 3 meses, porque me había guardado mis vacaciones para tomarmelas a continuación de la licencia por maternidad y así poder estar un mes más con mi hijo.
Pero el 15 de marzo de 2005, al día siguiente de que Joaqui cumpliera los 3 meses, con el corazón hecho un bollito, tuve que volver a mi trabajo. Una hora de viaje en tren, con mi luncherita, y dentro de la luncherita, los conservadores de frío, bolsitas, una mamadera y el extractor de leche. Ocho horas de trabajo y una hora más de vuelta a casa, que si había paro de trenes, o cualquier otro problema, se transformaban en hora y media o más, con los mismos bártulos pero esta vez con la luncherita conteniendo mi más preciado tesoro: la leche que hubiera logrado sacarme esa jornada. A veces muy poco, 100, 125 ml… Otras veces -solo Natura sabe porqué tanta diferencia- con 300 ml. o un poco más.
Había tenido la suerte de encontrarme en los primeros meses de lactancia, cuando mi desinformación era grande y mis pechos sangraban por las grietas, con el libro El Arte Femenino de Amamantar, de La Liga de la Leche. Ese libro me enseñó sobre la extracción de leche, y tuve la precaución de guardar bolsitas con LM en el freezer, para poder darle a Joaqui cuando volviera al trabajo.
Así que en casa quedaba Joaqui, con sus 3 meses recién cumplidos, al cuidado de la abuela de mi marido, que le daba mi leche (la que me extraía diariamente) y si esta no alcanzaba, descongelaba las reservas del freezer.
De esta manera sostuve la lactancia exclusiva de Joaqui durante los 6 primeros meses, y de forma complementaria hasta los 3 años y medio, edad a la que se destetó.
Amamantar y trabajar es difícil, las leyes, la sociedad, y a veces hasta los propios médicos, no nos facilitan la tarea.
Más no es imposible. Solo hacen falta muchas ganas, un fuerte convencimiento de estar haciendo lo mejor para nuestro bebé, y una gran dosis de paciencia.
Trabajar y amamantar ES POSIBLE. Y yo doy fe de ello.