Los obreros venían de la Plaza de Isabel II, donde a los ocho de la mañana se había formado la manifestación. A las diez se ponían en marcha-cada uno bajo su bandera y en orden-, avanzando por la calle del Arenal y entrando en la Puerta del Sol. Allí se detuvieron, frente al Ministerio de la Gobernación, y una Comisión hizo entrega de las siguientes reclamaciones:
"Primero. Jornada de ocho horas, como punto principal de la legislación protectora del trabajo.
Segundo. Apertura de trabajos en la proporción necesaria para dar ocupación a los obreros parados.
Tercero. Acción eficaz contra los acaparadores, para obtener el abaratamiento de las subsistencias.
Cuarto. Terminación de la guerra en Marruecos.
Quinto. En tanto ésta dure, que vayan a ella los hijos de los ricos, como van los hijos de los pobres.
Sexto. Derogación de la bochornosa ley de Jurisdicciones y la no codificación de la misma en los Códigos penal, civil y militar.
Séptimo. Extensión de los beneficios de la ley de Accidentes del trabajo a los obreros agrícolas.
Octavo. Extensión también de los beneficios de dicha ley a los camareros, cocineros y similares.
Noveno. Reducción de la jornada de trabajo a los obreros de la dependencia mercantil.
Décimo. Supresión del trabajo nocturno en el ramo de la panadería.
Undécimo. Convertir en ley el decreto de 24 de Agosto de 1913 relativo al trabajo de la industria textil.
Duodécimo. Dar a los trabajadores de las minas el Código insistentemente solicitado por ellos.
Décimotercero. Amnistía para todos los condenados o procesados por delitos políticos y sociales."
Dice "El año político-1915", que el Sr. Dato manifestó a la Comisión la atención que prestaba el Gobierno a las cuestiones obreras, y lo mucho que le complacería poder atender a todas sus demandas. Dato rogaba a los obreros un poco de paciencia, pues "tan pronto como se restablezca la normalidad y puedan reanudarse las labores parlamentarias, este Gobierno someterá a las Cámaras una amplia labor legislativa en sentido obrero, la cual se halla en estudio en los momentos actuales". En marcha estaban los trabajos de una Comisión del Gobierno que estudiaba y redactaba el Código minero.
Continuó la manifestación rumbo a la Casa del Pueblo. En la calle de Alcalá se hicieron la fotografía, como testimonio de que ningún tiempo fue mejor pero la unión hace la fuerza. Después, con la esperanza puesta en reivindicar los derechos del trabajador, continuaron su recorrido por las calles de Barquillo hasta Piamonte, número 2, donde se encontraba la desaparecida Casa del Pueblo.
Allí congregados, y habiendo entonado "La Internacional", la masa obrera pudo escuchar las palabras del Sr. Julian Besteiro, entonces concejal del Ayuntamiento, dirigidas al pueblo desde un balcón del salón de actos de aquella casa.
Este fue el discurso del Sr. Besteiro al pueblo obrero de hace cien años:
"Compañeras y compañeros: Es natural que vosotros hayáis dado principio a este acto con vivas al «abuelo», que encarna el prototipo de los luchadores del día.
Su ausencia hace que yo, aunque sin méritos, os dirija la palabra por una carta suya que ha escrito desde Valencia encargándome de esta misión.
Nosotros no tenemos ídolos; pero somos justos y debemos devolver con agrado el saludo al veterano luchador.
Este 1.º de mayo no puede ser fiesta para nosotros, porque millones de compañeros se hallan entre el humo y la metralla; pero es acto para contar nuestras fuerzas y tender la vista a nuestras esperanzas crecientes y justas.
Lo aprovechamos, como de costumbre, para solicitar mejoras de los Poderes públicos, entre ellas la jornada de ocho horas para quo el trabajo, así metodizado, pueda ser una bendición y no una maldición y castigo, como es ahora.
También pedimos que se mejore la condición de los mineros, de cuyos sufrimientos nos dan cuenta hasta los periódicos burgueses, y el trabajo diurno de la panadería, que mejore la condición y salubridad de estos obreros.
Porque la imperfección de la sociedad capitalista produce paros forzosos, se pide la organización de trabajos de carácter público, y es necesario también, como lo hacetmos, pediir que no suba cada vez más él precio de la vida.
También debemos fijar nuestra atención en que hay problemas comunes que nos obligan a luchar contra la organización burguesa, y por eso se hace necasario modificar las leyes penales, que hoy dejan en libertad a los defraudadores influyentes y aprisionan al infeliz obrero, para el cual solicitamos una amplia amnistía.
Seguimos sosteniendo esa guerra injusta e insensata de Marruecos, sin que nadie nos llame a Tánger, como los políticos se empeñan en demostrar, y contra esta teoría tendrán a la clase trabajadora.
Se preparan días fuertes y duros para el proletariado; pero quizá en ellos encontremos la felicidad."
Palabras puestas con el énfasis de la época, que suenan lejanas en algún sentido, pero que conservan similitudes con el mundo obrero de hoy.
Así fue aquel 1º de mayo de 1915; hoy muchos lo celebramos "de puente".
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