La maravilla de Toledo es cu catedral, esa filigrana de piedra con sus cinco naves grandiosas de las que la del medio se levanta a enorme altura, sus ochenta y ocho gigantescas columnas y sus vidrieras admirables que a ciertas horas del día producen efectos mágicos por las combinaciones de la luz. Quien quiera darse cuenta exacta de todo eso tendrá que emplear mucho tiempo, pues se verá obligado a detenerse a cada paso, a fin de observar tanto preciosísimo detalle. Para describir las partes y el conjunto de esa obra que hace tanto honor a los que la concibieron como a los que la ejecutaron, se necesita el arte y la galanura de Teófilo Gautier. En apuntes de viaje como los presentes, sólo se hace una ligera mención y se pasa.Manuel M. Zorrilla. Recuerdos de viaje (1911)