El agua se escurre ladera abajo por las pizarras en un correr incesante, buscando el regajo que la lleve al río. Una escena visible desde el otoño hasta la primavera, cuando la corriente se convierte en goteo para secarse semanas después.
Durante la noche, cuando la temperatura llega a 0º, la cascada se congela formando filigranas en el hielo de forma cambiante según avanza el día, debido al aumento de temperatura.
En laderas umbrías, el sol ilumina de arriba abajo lo que provoca el deshielo comience en la zona más alta y el agua comienza su descenso por el camino habitual, ahora congelado, circulando bajo el hielo y aumentando su caudal.
Entonces disfrutamos de la visión de dos cascadas, una de hielo y otra de agua. Todo un espectáculo que la cámara no capta con toda su belleza; por eso te sugiero que vengas a La Ribera lo veas con tus propios ojos.
Lar-ami