Nos despedimos del año con flores. Con pensamientos. Buenos, tranquilos, casi beatíficos. Siempre pinto estas violetas modificadas por estas fechas, porque en invierno alegran mi ventana y mi balcón, también las calles. Veo a las orquídeas echar nuevas ramas que dentro de un mes o dos empezarán a florecer hasta marzo, incluso más. Cuando estén a punto habrá que pintarlas también. Son muy agradecidas de pintar, tanto como de cultivar, poco exigentes y siempre distintas, del blanco al violeta azulado oscuro, pasando por toda la gama de malvas, lavandas, amarillos y vinagres. Voy haciéndoles fotos o me fijo directamente en las de la ventana, aunque ya acaba uno pintándolas de memoria. De todas formas la composición hay que imaginarla, procurando meterse uno en estos ikebanas pictóricos. Es lo más complicado, disponerlas en el papel de una forma equilibrada y armoniosa, algo que no siempre se consigue. Tienen la ventaja de que puedes dejar entre tanto color algunas zonas en blanco, cosa que añade luminosidad y contraste. Luego está el fondo, procurando que sea algo neutro y que no distraiga. Incluso se puede dejar blanco. Como siempre hay flores amarillas y naranjas, aunque predominan los tonos violetas, que violetas son estas flores, los fondos azulados y violáceos, complementarios de estos amarillos, también les van bien.
Luego está el tema de dónde las plantamos. Hay que pintar una maceta, un cacharro de cerámica o una cesta colgante. En estas acuarelas he recurrido a la ciencia de mi admirado Geoffrey Wynne, a sus ejemplos y tutoriales sobre cómo pintar esas cerámicas. Nadie como él. Recomiento ver estos ejemplos, paso a paso y estudiar como consigue esos tonos que, siendo blancos, no lo son, a la manera de Sorolla. Este vídeo es muy recomendable. De ahí salen estos intentos, burdos al lado de lo que él consigue con los cacharros de loza y con el cristal. Un maestro, al que ya he expresado mi agradecimiento por enseñarnos generosamenrte a hacer algo que él ha sabido recrear tan bien. Cuando alguien descubre, aprende o sabe algo, puede optar por callarse, llenar de misterios su arte o, como hacen los grandes, los maestros, contar cómo se puede hacer algo parecido. Sabiendo que pocos lo harán igual que él, eso sí. Desde luego yo no. De paso, en dos de ellas he puesto algo de madera como base o como fondo, pues sus texturas y tonos es algo que me gusta pintar. Me falta practicar con materiales como el vidrio o los metales: cobre, bronce, latón, acero... Todo se andará, que nunca falta trabajo que hacer y cosas que aprender.
Luego, cambiando de tercio y echando mano de archivo, de las fotos de viajes anteriores, nos vamos a Alicante, a Altea o la los cerros de la Sierra del Segura.
Lo último, desearos un feliz 2018, lleno de salud y prosperidad. Y si puede ser, calma, tranquilidad y pocos sobresaltos.