Revista Cultura y Ocio

Fin de fantasía

Por Rhenriquez
August Macke , “Portrait Of The Artist’s Wife With A Hat,” 1909

August Macke , “Portrait Of The Artist’s Wife With A Hat,” 1909

 

Este cuerpo no volverá a empezar de nuevo. Al tocar

las cuencas de sus ojos,

uno nota que un montón de tierra está más vivo,

ya que, incluso al alba, la tierra no hace sino guardar

silencio en su interior.

Pero un cadáver es un resto de demasiados despertares.

 

No tenemos más que esta virtud: comenzar

cada día la vida –ante la tierra,

bajo un cielo que calla–, esperando un despertar.

Se asombra alguien de que el alba implique tanto esfuerzo;

de despertar en despertar, una labor ha sido efectuada.

Pero vivimos solamente para darnos en un estremecimiento

al trabajo futuro y despertar, de una vez, la tierra.

Y alguna vez ocurre. Después vuelve a callar con nosotros.

 

Si al rozar aquel rostro la mano no estuviese insegura

–viva mano que siente la vida si toca–,

si de veras aquel frío no fuese otra cosa que el frío

de la tierra, en el alba que hiela la tierra,

tal vez eso sería un despertar y las cosas que callan

bajo el alba dirían todavía palabras. Pero tiembla

mi mano y entre todas las cosas se asemeja

a la mano inmóvil.

Otras veces, despertarse al alba

era un dolor seco, un jirón de luz,

pero era asimismo una liberación. La avara palabra

de la tierra era alegre, en un rápido instante,

y morir era todavía regresar a ella. Ahora, el cuerpo

que espera

es un resto de demasiados despertares y no regresa

a la tierra.

Ni siquiera lo dicen los labios endurecidos.

 

Cesare Pavese

Laborare stanca, 1931-1940

 

Consulta de Psicoanálisis


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