Revista Cultura y Ocio

RENUNCIAMIENTO. Una fantasía

Por Rhenriquez
RENUNCIAMIENTO. Una fantasíaMax Beckmann, Doppelbildnis (Double Portrait)

Yo también en la Arcadia al mundo vine,
también a mí natura
junto a la cuna dicha me juró;
yo también en la Arcadia al mundo vine,
la breve primavera empero, sólo lágrimas me dio.

En esta vida Mayo sólo una vez florece,
y para mí se marchitó.
El silencioso dios –llorad hermanos míos–
el silencioso dios hunde mi tea
y toda esta apariencia se disipa.

Ya estoy sobre tu puente pavoroso,
de los espíritus augusta madre: Eternidad.
Recibe mi poder para la dicha,
te lo devuelvo sin haberlo usado,
mi curso terminó. No sé de gozo alguno.

Ante tu trono hago valer mi queja,
oculta justiciera.
Corría en aquel astro un bello cuento,
que tu reinas aquí, con tu balanza recta
y que te llamas “Remuneradora”.

Aquí, dicen, terror aguarda al malo,
al probo la alegría,
que correrás del corazón los velos,
que de la providencia me dirás el misterio
y cuentas saldarás con el que sufre.

Que encuentra aquí su patria el desterrado,
y acaba para el mártir su camino de espinas.
Un ser divino, a quien Verdad llamaban,
que los más evitaban y pocos conocían,
de mi vida las rápidas riendas sujetó.

“Te pagaré en la vida venidera,
¡dame tu juventud!
Solo esta letra a cambio puedo darte.”
Tomé la letra para la otra vida
y de mi juventud los gozos le entregué.

“Y dame la mujer, tan cara a tus entrañas,
entrégame a tu Laura.
Más allá de las tumbas dan lucro los dolores.”
Me la arranqué sangrando del corazón herido
y a viva voz llorando se la di.

[“El tiempo ves volar hacia esa orilla,
la lozana natura
tras él postrada queda, tal un cadáver, yerta.
Cuando el cielo y la tierra se derrumben
verás que el juramento se cumplió.”]

“Sí, sí, los muertos cobrarán la deuda”,
rió burlón el mundo,
“la embustera, por déspotas pagada,
a trueque de verdad te ofreció sombras,
pues ya no existes al disiparse esta apariencia.”

Mofóse de los cínicos la impía muchedumbre:
“¿Ante un delirio sólo por rancio consagrado
te estremeces?” ¿Qué son esos tus dioses,
de un mundo enfermo médicos fingidos con astucia,
que presta a la penuria de los hombres la burla humana?

Simple embeleco, inanes sabandijas
autorizadas por el poderoso,
temible fuego ardiendo en altas torres
para embestir del soñador la fantasía,
allí donde echa humo la tea de la ley.

¿Qué es aquel futuro que nos tapan las tumbas?
¿La eternidad, con que presumes necio?
Augusta sólo porque arteros velos la cubren,
la sombra inmensa de nuestros terrores
en el espejo vano de las ansias;

esa imagen mendaz de figuras vivientes,
la momia del tiempo,
por el espíritu balsámico de la esperanza
conservada en las frías moradas de la muerte,
¿llama eso, tu fiebre, “eternidad”?

¿Por esperanzas falsas –corrupción las castiga–
volvístele la espalda a bienes ciertos?
Ha seis mil años que la muerte calla,
¿subió jamás un muerto de la fosa
que de la Remuneradora hablase?

El tiempo hacia tu orilla vi volar,
lozana la natura
quedó tras él postrada, tal un cadáver, yerta;
ningún muerto subió desde su fosa
y firme en el divino juramento confié.

Por ti sacrifiqué mis alegrías todas,
ante tu justo trono ahora me postro.
De la turba la mofa resuelto desprecié,
solo tus bienes he reverenciado;
oh Remuneradora, reclamo mi salario.

“Amo a mis hijos con parejo amor”,
un numen invisible exclamó entonces.
“Dos flores”, exclamó, “–oíd vosotros, hombres–
dos flores para el sabio que las halla florecen,
Placer se llaman, y Esperanza.

Quien de esas flores una corta,
rechaza a la otra hermana.
Disfrute quien creer no puede. La doctrina
eterna es como el mundo. Quien creer puede, que renuncie.
La historia Universal es el juicio final.

Has confiado, pagósete el salario;
tu fe la dicha fue que te acordaron.
A tus sabios pudiste preguntarles,
cuanto de la ocasión uno rehúsa
eternidad ninguna lo devuelve. –

Friedrich Schiller


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