Revista Opinión

Fin de un año terrible: 2020

Publicado el 31 diciembre 2020 por Liberal

Estimados señores lectores: Interrumpo la serie sobre el liberalismo global para tratar el tema del fin de año. Creo que todos podríamos coincidir esta vez en que el fin del año 2020 será algo positivo si tenemos en cuenta la balanza de este año tan terrible de virus, racismo, disturbios, delincuencia disparada, desigualdad sin precedentes y la pérdida de más libertades.

El mundo está atravesando unas circunstancias pavorosas y excepcionales a la vez. Lo cierto es que me cuesta muchísimo pensar en algo positivo para nuestros países este año, sobre todo en España y, donde vivo actualmente, Estados Unidos. En España, las tensiones políticas siguen, la economía tambalea, la Unión Europea reprime más y hemos sido testigos de una violencia de disturbios callejeros que no se habían visto desde los años 60, alentados por poderosos grupos internacionales sin patria en la que hemos perdido el orden, el sentido de estabilidad institucional y mucha gente se ha quedado sin empleo no solo por el COVID19, sino, más tenebrosamente, por su forma de pensar.

El año 2020 ha sido, al menos en mi vida personal que analizo la política, el peor año que he visto en mi vida y, sobre todo, de la historia occidental. No lo digo solamente por el virus, no. El 2020 ha revelado que el “emperador” está desnudo y que, para más inri, su…bueno, en fin, era más “pequeño” de lo que pensábamos.

Hemos podido ver como minorías nada representativas se han hecho con el poder en nuestras universidades, empresas y países y el principio de legitimidad se ha roto, así como de autoridad.

A nivel personal supongo no debería quejarme y no lo hago realmente: nunca he estado tan bien a nivel económico y social como ahora. Tampoco me he enfermado una sola vez y he podido realizar un sueño que tuve desde muchísimo antes de la pandemia: poder trabajar desde mi casa. No sé cuánto dure ese lujo, porque si mis alumnos me lo exigen, tendré que volver a las aulas, pero de momento no voy a quejarme.

Sin embargo, me resulta tremendamente preocupante el auge de China y su poder cada vez más incuestionable así como la destrucción de la estabilidad en nuestros países occidentales.

Una cultura está definida por lo que prohíbe y permite, especialmente en el ámbito social, sexual y político. El “prohibido prohibir” ha llegado a la última consecuencia y todos estamos viendo cuáles son. Lo que tenemos ahora es una “anti-cultura”. Su propósito no es transmitir creencias o legados de nuestros antepasados, sino una suerte de agitación permanente contra lo que una vez fuimos. Es decir, la transgresión es la norma, no la excepción.

No tengo mucho más que decir en esta despedida del 2020 más allá de preguntarme, a la vista de lo que hemos podido ver/comprobar, ¿qué sentido tiene a estas alturas ser nada? Es decir, si ahora ni la nacionalidad de una persona vale algo, si “todos pueden ser”, ¿qué sentido tiene ser español o ser estadounidense o de país x? Algunos siempre han dicho que los países son cosas artificiales, que las “naciones” no existen. Curiosamente, suelen ser los mismos que se indignan si no celebras un origen extranjero. Si algo positivo podemos decir del 2020 es que ha dejado en evidencia lo falso que realmente son nuestros dirigentes y lo débiles que son nuestros estados occidentales. Si un país con el poder que tiene EEUU no pudo ni siquiera gestionar la distribución ordenada de una vacuna, me pregunto si realmente no tendría sentido preguntarse “¿para qué luchar por una patria si ésta ya no es nada porque ni existe?”

Ahí lo dejo para la reflexión individual. Espero no sonar muy negativo, porque soy lo contrario a lo negativo, pero socialmente hablando, no veo indicios positivos de momento para el futuro.

Feliz Año a todos mis lectores habituales.


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