Hoy es festivo en Barcelona así que estoy de fiesta y este post está programado y a pesar de que esta semana no traigo ninguna manualidad al finde frugal de Marcela Cavaglieri no quería perdérmelo y acudo a él sólo con una pequeña reflexión.
El próximo domingo es San Valentín y la mayoría de blogs y perfiles de Instagram se tiñen de rojo, se llenan de corazones, cupidos ansiosos de clavar sus flechas aquí y allí, de recetas dulces y regalos amorosos.
Pues amig@s…yo no soy nada de San Valentín. Como tampoco soy fan del día de la madre, ni del padre ni ninguna de todas esas monsergas con más trasfondo comercial que otra cosa.
A riesgo de parecer más cursi que los cursis soy de las que todavía creen que en una pareja San Valentín tiene que ser cada día. Con ello no digo que tengamos que vivir en un mundo "Disney" con príncipes y princesas en el que todo sea de color de rosa, porque todos sabemos que no es así (bueno, y que se prepare la que crea que la vida en pareja es eso porque el testarazo está asegurado). No, no, no. Con eso digo que no hay San Valentín más maravilloso que el que se celebra en un día normal, arañando la agenda para poder salir a cenar a algún sitio bonito, que te sorprendan con un desayuno en la cama, un paseo junto al mar hablando sobre futuros proyectos en común, reirse juntos de una tontería hasta que se te salten las lágrimas, preparar su plato preferido aunque sea un trabajón y ese día estés muerta, abrir una botella de cava porque si o poner la mesa bonita para cenar y montarte una jornada romántica en casa sólo porque hoy es hoy.
Yo no quiero tener que mirar el calendario y esperar a que llegue febrero para vivir ese momento especial… lo siento, en eso soy muy egoísta… yo lo quiero CADA DÍA.
Feliz fin de semana a tod@sssssssss!!!
(Photo: Designed by Y tan flamenca with Picmonkey)