Al salir del albergue de Santiago, paro a desayunar y voy hacia la estación de autobuses.
A las 10 parto hacia Finisterre, me quedan dos horas de recorrido.
Me siento en la primera fila al lado de una señora italiana.
En apenas 15 minutos entablamos conversación (ella en italiano y yo en español), así pasamos todo el trayecto. Ella también ha hecho el camino y está feliz, radiante y triste por tener que volver a su tierra...
Lo pasamos riendo, y hablando de nuestra aventura, coincidimos en todo: el camino hay que hacerlo SOLA, los paisajes y sus gentes son ENCANTADORES, se come de MARAVILLA, y por lo menos una vez al año deberíamos hacer una 'escapada' en solitario. Las dos estamos muy felices.El paisaje hasta llegar a Finisterre es precioso, bordea toda la costa, el mar es azul intenso, y hay numerosos bancos de mejillones. No está para nada explotado y te encuentras en todo momento entre mar y montaña.
Llegamos a Finisterre y nos despedimos con un fuerte abrazo y deseándonos 'BUEN CAMINO'.
Al llegar al albergue: Cabo de Vila (normalito), dejo mis cosas y me dirijo hacia la marisquería 'Don Percebe', recomendada por varios lugareños. Entro y mientras espero a que me preparen una mesa para comer, pido un quinto y de regalo me ponen una deliciosa tapa de pulpo.
Me dirijo al comedor, apenas 5 personas comiendo, todavía es pronto.
Me dejo aconsejar por la camarera y pido media mariscada; almejas, navajas, percebes, 1 nécora, 1 buey de mar y una copita de ribeiro.
Al rato llegan 4 personas y se sientan justo en una mesa junto a la mía. Por lo que veo, al ver la carta noto que necesitan 'ayuda'. Se dirigen a mí y me preguntan:
¿Qué es eso que se está comiendo?, es para buscarlo en la carta.
-Es una mariscada.
y ¿qué tal está?.
-¡¡Muy rica!!
Finalmente pidieron pulpo (sabia elección), y mariscada para dos ¡perfecto!.
Cuando les traen los percebes, Luis se dirige nuevamente a mi y me pregunta: ¿cómo se come esto?.
Así que les imparto un 'mini' curso acelerado de cómo comer percebes (jijiji).
Al traerles las nécoras, nuevamente me miran con signo de 'interrogación gigante' jiji.
-Deben pedir el utensilio 'corta marisco'.
Te estamos dando 'el tostón', si no fuera por ti, no hubiéramos comido.
Al cabo de 2 horas SIN PARAR DE COMER, pido la cuenta y Luís se ofrece a invitarme a un café y chupito. Finalmente acepto un café con hielo (por no hacerles el feo), hacemos las presentaciones 'formales' y nos ponemos al día de nuestra andadura.
Lilian, Horacio, Luis y Adolfo
Ellos vienen de Rafaela, provincia de Santa Fe, Argentina. Lilian y Horacio son matrimonio y Luis y Adolfo, enviudaron hace años. Han venido a España de vacaciones y les está encantando todo lo que han visto hasta el momento.Son unas personas encantadoras. Me despido con un fuerte abrazo y me dirijo hasta el Faro, -esto hay que bajarlo-.
La subida al Faro es de 3,5 km, todo cuesta arriba y a las 4 de la tarde con un intenso calor, ni te imaginas lo largo que se me hizo.
Una vez arriba al contemplar el paisaje, se te quitan todos los sofocos. Una preciosa estampa.
Paso un rato haciendo fotografías y me dirijo al lugar donde los peregrinos queman tradicionalmente la ropa usada durante el viaje, sobre todo las botas de andar, allí vuelvo a coincidir con mis recientes amigos argentinos y nos despedimos nuevamente.
Cuando me dispongo a bajar, veo al chico Húngaro que iba etapas atrás acompañado de un burro. ¡Qué fuerte!, ha llegado hasta el fin del mundo con un burro.
El camino de vuelta se hace más ameno, al llegar al pueblo paseo por el puerto y también me mojo los pies en la playa; llena de algas, diminutos bichitos y el agua muy sucia, pero por no decir que estuve en Finisterre y no puse los pies en el agua, cierro los ojos y meto los pies en el agua.
El pueblo en sí me ha decepcionado un poco -que no sus gentes-.
Paso por el albergue para pegarme una ducha y lavar mis ropas. Descanso una hora y mensajeo con mi maridito, que siempre me da la calma, la paz y ahora ya empiezo a echar de menos...
Me dirijo hacia 'El Mar de Fora!, el lugar aconsejado para ver la mejor puesta de sol. En el camino encuentro a una chica sentada en el suelo mirando hacia el mar y observando el atardecer.
Empezamos a hablar, ella se levanta, se presenta y me invita a entrar a la casa de su amigo (que está al lado), a tomar un té mientras llega la 'caída del sol', que será más o menos sobre las 22:00 horas, todavía falta un rato...
Dentro esperan: Ibai, Iván (un chico italiano que también ha hecho el camino desde Roncesvalles durante 50 días) y Fátima. Verónica hace las presentaciones oportunas. La casa huele a incienso y desprende calma.
Pasamos un rato hablando en la cocina (ya que están preparando la cena), al rato nos dirigimos hacia la playa a contemplar la puesta de sol. Un 'momentazo', una preciosidad.
Ibai, Fátima, Verónica e Iván
Nos hacemos unas cuantas fotografías, y tras charlar un rato de cosas 'profundas', nos dirigimos de vuelta a la casa. Al llegar me invitan nuevamente a pasar y cuando miro el reloj ¡¡NOOOO SOCORROO!!, ¡¡Se me ha ido el santo al cielo!!, ¡¡pero si son las 23:00!! ¡¡y el albergue cierra a las 22:00!!.Me despido con un súper abrazo por parte de todos -como hacía tiempo no recibía-, fue un momentazo, aunque de Verónica no puedo hacerlo porque se ha quedado atrás charlando con un amigo. Les pido que se despidan por mi, porque si no hubiera sido por ella, no los hubiera conocido. Fátima se ofrece a acercarme con su coche. Me deja en la puerta y por suerte al picar con la mano en la puerta, unos peregrinos que están cerca de la puerta, nos abren.
Me despido de Fátima con un fuerte abrazo, y la deseo 'BUEN CAMINO EN LA VIDA', se lo merece.
Al entrar, el albergue está a oscuras y en silencio (suerte de la linterna), todo el mundo duerme.
Me acuesto en mi cama, todavía emocionada por el día tan intensísimo que he tenido. ¡¡HAY GENTE QUE MERECE LA PENA!!, estoy feliz por haber conocido a mis nuevos amigos, sé que el día que vuelva a Finisterre allí estarán, abriéndome las puertas de su casa, sin cuestionarme nada, ni pedir nada a cambio.
Ahora me espera A Coruña, allí pasaré los siguientes 3 días, mi amiga Sandra y su familia me esperan...
Aquí finaliza mi intenso viaje, sin duda inolvidable, irrepetible y maravilloso.
Vuelvo a decir lo mismo; al menos una vez en el vida, deberíamos hacer el camino (yo si pudiera lo haría cada año).
Me llevo en mi corazón multitud de vivencias, experiencias, emociones y mucho cariño. He conocido a personas encantadoras, sencillas y buscando lo mismo que yo. Seguro que lo encontraron, por lo menos yo me llevé mucha calma, nuevos amigos, paz, seguridad, fortaleza y madurez. ¿os lo vais a perder?.
Muchas gracias por seguir mi 'andadura' durante este año. También dar las gracias a mis amigas que a diario me enviaban mensajes por WhatsApp, dar las gracias a mi querido marido, que confió desde el principio en mi y tenía muy claro que lograría mi cometido, gracias por sus mensajes, llamadas, calma y paz que me transmitió durante los 15 días que permanecí fuera de casa.
Y siempre desearos a todos: 'BUEN CAMINO'.
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