Érase una vez un reino llamado Lumatere. En algún momento fue un lugar feliz, pero ahora sufre las consecuencias de lo ocurrido diez años atrás, durante los días oscuros: la familia real fue asesinada y los sucesos desembocaron en un conflicto que acabó con una maldición para todo el pueblo de Lumatere. Ahora unos sufren las medidas del monarca impostor, mientras que los que consiguieron huir viven en el exilio, entre los que se encuentra el joven Finnikin de la Roca, hijo del capitán de la antigua guardia del rey. Él y su mentor recorren el continente con el objetivo de tomar nota de los exiliados que han fallecido con el paso del tiempo, hasta que un día su rutina se rompe con la entrada en escena de Evanjalin, una novicia que asegura que el heredero al trono de Lumatere sigue vivo y sabe dónde encontrarlo. Así, se une a ellos y los acompaña en sus viajes con la esperanza de regresar a su hogar.
A pesar de ser una desconocida en España, la australiana Melina Marchetta cuenta con una fructífera carrera a sus espaldas y se ha ganado un público fiel. Aclaro esto porque entre el género fantástico en el que se enmarca la obra y el hecho de que sea el comienzo de una trilogía, se podría caer en el error de incluirla en el grupo de las autoras norteamericanas que debutan en el mercado con una historia de estas características que por lo general deja bastante que desear; pero no, Melina Marchetta es mucho más que eso. En primer lugar, aunque estemos hablando de un libro fantástico, en su desarrollo pesan más los acontecimientos cotidianos que lo puramente sobrenatural, de modo que quien espere grandes dosis de magia se llevará una decepción. En Finnikin de la Roca lo que destaca es la verosimilitud del conjunto: tanto las acciones como la psicología de los personajes están muy trabajadas, se tratan temas interesantes y, por supuesto, hay amor, amor del bonito y creíble, porque ni Evanjalin es una pavisosa ni Finnikin un galán de telenovela. En realidad, cada uno tiene sus propios problemas: él lleva años sin ver a su padre y, aunque su mentor lo ha convertido en un chico instruido, sigue con la ilusión infantil de ocupar su rol en la guardia; ella, por su parte, no es la novicia pura y dócil que aparenta y enseguida se revela como una chica inteligente y pícara. Sus diálogos me cautivaron, reflejan la química entre ambos y la evolución que sufre su relación; en definitiva, de lo mejorcito de la obra. Melina Marchetta escribe con elegancia y, lo más importante, no nos toma por tontos: en cierto momento Finnikin se va de putas y hay algún que otro comentario jocoso sobre sexo: es decir, ni rastro de mentalidad puritana. Como firme defensora de tratar este tema con naturalidad en la literatura juvenil, la felicito de corazón por su atrevimiento y su buen hacer. Aun así, también hay aspectos que no me han gustado, sobre todo su falta de originalidad, pues no deja de ser la típica historia épica de unos desterrados que luchan por recuperar su reino. Además, a ratos la lectura se me ha hecho pesada y he tenido la sensación de que alarga los momentos más aburridos y, por el contrario, avanza deprisa cuando se hacen descubrimientos importantes. De todos modos, estos “peros” no restan valor al excepcional trabajo que ha realizado la autora: por su prosa, sus detalles y el enorme cuidado de las relaciones entre los personajes, Finnikin de la Roca supera con creces a la media de lo que se publica.
En conclusión, si sois amantes de la fantasía épica de siempre no deberíais perderos Finnikin de la Roca. Pese a ser el primer tomo de la trilogía Crónicas de Lumatere, tiene su propio final, así que podéis leerlo sin miedo de que os dejen a medias (de hecho, la segunda parte se centrará en Froi, otro personaje). Por lo demás, espero y deseo que Melina Marchetta sea bien recibida en el mercado español y la editorial Molino se anime a traducir también sus libros realistas, como el magnífico On the Jellicoe Road.