Uno de los usos más popularizados de la fitoterapia es la lucha contra los problemas del sistema digestivo. Y es que existen muchas plantas con propiedades terapéuticas muy beneficiosas para, especialmente, el estómago y el hígado.
Una de las plantas más efectivas en este sentido es el boldo. Se trata de un arbusto originario de Chile que puede llegar a medir nada menos que 8 metros de altura y del que sólo se usan sus hojas con efectos medicinales, habitualmente en forma de infusión. Llaman la atención por su penetrante olor y por su sabor especial que desprenden al ser decoccionadas.

En las hojas del boldo se encuentran un buen número de principios activos que destacan por sus propiedades beneficiosas sobre la salud de nuestro sistema digestivo y del hígado. También contienen boldina, la responsable del característico olor y sabor de esta planta y de sus propiedades antioxidantes, antiinflamatorias y fungicidas.
El aceite esencial, los flavonoides y los taninos que forman parte de las hojas del boldo hacen que éstas tengan especial aplicación, y con resultados muy eficaces, en el tratamiento de trastornos digestivos y hepáticos leves que van desde el estreñimiento a la aerofagia, pasando por las malas digestiones y el hígado y vesícula biliar perezosos, ya que precisamente esta planta puede llegar a estimular la producción de bilis hasta duplicarla.
Aunque las propiedades beneficiosas del boldo para el sistema digestivo y el hígado son numerosas los expertos recomiendan que no se tome más de 4 semanas seguidas y siguiendo dosis muy concretas, ya que puede producir intoxicación. Además no puede tomarse si se sufren enfermedades hepáticas graves en las que se necesita un reposo digestivo. También hay que tener en cuenta su composición de alcaloides, lo que lo hace inadecuado para su uso en el embarazo, la lactancia y los niños.