El actual sistema democrático favorece que en él destaque y prevalezca el mundillo feroz de la mediocridad, el resentimiento, el complejo de inferioridad, la envidia y la sordidez humana que caracterizan a los peores hombres, pobladores hoy no sólo de las capas sociales más degradadas sino también de las clases medias y de los sectores privilegiados por la fortuna, la astucia o el atinado cálculo. Quienes presumen de demócratas organizan con cualquier pretexto grandiosas farsas en las que la vulgaridad y las exageraciones alternan con un humor corrosivo y un deslumbrante castillo de fuegos artificiales o de intencionados silencios que a cualquier espíritu sensible le produce una sobrecogedora tristeza por lo que tiene de pobreza, fracaso, desilusión, mentiras, traiciones, bajezas, bobadas, rebeldías, aventuras, extravagancias, insolencias y en definitiva sucio paisaje de rebajada humanidad. A.C.V.
La flor y nata empresarial toma café, té u otro aperitivo en la sede del Poder Ejecutivo, sobrepasando los límites de un típico lobby. En verdad pocos de los integrantes de este Grupo de Presión son verdaderos emprendedores. Sus consejos y sus comentarios serán norma de obligado cumplimiento para todos los ciudadanos. Y a pesar de que muevan la mitad del Producto Interior Bruto español, no generan la mitad de los puestos de trabajo existentes, pues la mayoría de éstos los crean las pequeñas y medianas empresas, ausentes de esta reunión, pero presentes en las cargas sociales que comporta nuestro bienestar y en el sufrimiento de la baja demanda de sus productos y servicios. L.A.
Tras la huelga de jueces ganada por Caamaño, éste aprendió la utilidad táctica que tiene para el control político de la justicia la utilización de su presupuesto. Como en aquel entonces le salió bien callar a jueces con dinero y vacación, ahora emplea de nuevo la misma estrategia. Es la trampa de reducir la problemática de la Justicia dominada a una cuestión de eficiencia y medios materiales, cuando precisamente son síntomas de su subordinación al poder político, no sólo orgánica y funcionalmente, sino también presupuestariamente. P.M.G.
El Congreso no representa a la masa social española. El Congreso actual es mediocre, es una creación artificiosa y falsa. Los diputados son el producto más vulgar de unas masas acostumbradas a la verborrea, a una grandilocuencia plagada de tópicos y a un desparpajo barriobajero. El Parlamento no queda más que como una de tantas ceremonias de la democracia. Sin el altavoz de la prensa, el Parlamento tendría la misma resonancia que un congreso de turistas, de veterinarios o de dentistas. Nosotros, la mayoría, que no estamos dentro de la política y que nunca votamos, siempre esperamos y deseamos que los políticos lo hagan bien, pero es difícil creer que lo torpe es hábil y lo desgraciado es afortunado. Este Congreso, con sus sabios leguleyos, ha dado a los españoles una serie de fórmulas que nadie apetece. El Congreso se nutre de una partitocracia dispuesta a conseguir votos a cualquier precio, aunque para lograrlo caiga en actitudes de belitres, truchimanes y patrañeros. Un sistema de poder es parlamentario si, y sólo si, cumple dos condiciones. Que el Parlamento sea representativo de la sociedad civil y que tenga preponderancia sobre el poder ejecutivo. Nada de eso se produce. M. d U.
La exención de toda responsabilidad y el poder vitalicio es un poder excesivamente grande, y el poder que no se halla regulado por leyes, sino por el propio arbitrio, es peligroso. ”El poder más necesario al pueblo (es) el de elegir los magistrados y hacerse rendir cuenta de sus gestiones, pues, privado de semejante poder, el pueblo será esclavo y enemigo”. A.