Celeste María Flora Tristán nació en París el 7 de abril de 1803. Hija del criollo arequipeño don Mariano Tristán, caballero de conocida alcurnia y buenos caudales (hermano de don Pío Tristán, quien fuera virrey del Perú, presidente interino de la República y prefecto de Arequipa). Su madre era madame Teresa Leysné, francesa, que aparentemente celebró su matrimonio con Tristán en la ciudad de Bilbao. Muerto el padre de Flora cuando ella tenía sólo cinco años de edad, se complicó la situación para madame Leysné de tal modo que decidió venir a Arequipa para reclamar sus derechos hereditarios, a pesar de que se había divorciado previamente de don Mariano. Pero la familia Tristán, conservadora, adinerada, clerical e hispanófila, se resistió a reconocer la filiación y aquel matrimonio, amparándose en que las partidas se habían perdido con ocasión de la guerra de independencia de España. La madre de Flora, hallándose en la mayor indigencia, la obligó a casarse cuando tenía 17 años con un maestro grabador: André Chazal, a quien ella no amaba pero al que se entregó antes de contraer nupcias en un rapto de sensualidad, rabia y desdén. La boda tuvo lugar el 3 de febrero de 1821. Los celos originaron por cierto el fracaso de este matrimonio, al cabo de tres años de vida conyugal, que dieron como fruto tres hijos. Entonces la pobre señora de Chazal empezó a trabajar como institutriz, al mismo tiempo que sufría el acoso de su marido, que reclamaba la custodia de los niños (una de ellos, Alina Chazal, se convertiría más tarde en la progenitora del ilustre Paul Gauguin).
Llegada de Flora Tristán al Perú
Flora TristánFlora había mantenido correspondencia con su familia paterna y acariciaba constantemente la idea de viajar a Arequipa a reclamar sus derechos. Al fin, dejando los hijos a cargo de personas amigas, se encaminó al puerto de Burdeos, donde encontró la ayuda de su pariente don Mariano Goyeneche. A bordo del paquebote “Le Mexicain” se embarcó para América el 7 de abril de 1833, tomando la ruta de Brasil y Chile. En sus memorias ofrece una opinión no tan benévola sobre los chilenos y critica de segunda mano el gobierno de Diego Portales.
En su camino a Arequipa recorre la costa peruana y recibe, en una posada, el saludo cortés del arzobispo Luna Pizarro. Motivada por natural curiosidad, se interna en los laberintos de la política peruana para conocer los sucesos de los primeros años de la República. En Arequipa es desconocida por su tío don Pío Tristán, quien le niega la condición de hija legítima y deja a Flora, por lo tanto, al margen de la codiciada herencia criolla. De todas formas, indagó en la ciudad del Misti acerca de la sociedad que le rodeaba y fue testigo excepcional de la crisis política de 1833-1834. Ante el rechazo de sus parientes decide venir a Lima, la cual se le presenta como una ciudad sumamente sensual. Toma hospedaje en la posada de una ex actriz francesa, donde los voraces e insidiosos ojos de la sociedad limeña la seguirán detenidamente.
Critica de Flora Tristán sobre la política peruana
Flora enjuicia con acritud la escena política contemporánea. Por un lado el mariscal Orbegoso, al cual ella tilda de nulidad completa; por el otro el deán Valdivia (el “Marat peruano”), la turbadora saya, el encubridor manto, la meticulosa y cerrada aristrocracia, el problema de la esclavitud en los ingenios de azúcar; todos son temas que inquietan a la señora de Chazal, brindándole la inspiración perfecta para su obra Peregrinaciones de una paria (1838). Poco antes de abandonar el Perú se entrevistó con “la Maríscala”, doña Francisca Zubiaga de Gamarra, a bordo de un buque en el que ésta partía hacia Chile. Flora retrata de manera admirable los personajes y costumbres de la sociedad limeña, enmarcándolos en su contexto ideológico.
Flora Tristán, defensora de los derechos de la mujer
Salió del Callao el 5 de julio de 1834. con una dolorosa experiencia a cuestas y con un decidido espíritu de lucha social. De inmediato, en una campaña emprendida en toda Francia e Inglaterra, se dedicó a defender los derechos de la mujer y su igualdad legal con el hombre. Por otra parte, Flora es considerada una defensora de los derechos de los obreros, pues logró la formación de la “Unión Universal de Trabajadores”. Entre sus obras figuran Paseos en Londres, pieza que contiene agudas críticas a la civilización británica (1840); La emancipación de la mujer, donde se manifiesta rudamente contra la inferioridad matrimonial del sexo femenino y ataca la gazmoñería del ambiente (1845); y la novela Mesías y Mefistófeles. Además, editó el folleto L’Union Ouvriére, donde se sintetiza su ideario o programa de reformas.
Muerte de Flora Tristán
Flora Tristán murió el 14 de noviembre de 1844 en Burdeos, dedicada a la promoción del proletariado, y en pleno auge de la revolución industrial. Como homenaje a esta gran luchadora, inconformista de su tiempo, los obreros franceses costearon el mausoleo que guarda sus restos en el cementerio de Chartreux. Fue conocida en vida como “La Mujer Mesías”, “La Peruviana”, o simplemente “La Paria”. En 1942, Luis Alberto Sánchez estudió la personalidad de Flora Tristán en su libro Una mujer sola contra el mundo.