Revista Cultura y Ocio

Florido mayo

Publicado el 14 mayo 2015 por Elinfiernodebarbusse

Florido mayo

Imagen interceptada y robada a Impedimenta


El mes de mayo que me están dando algunas editoriales -las que me interesan, entiéndase- es para entonar una fanfarria con cornetín astrohúngaro o, en su defecto, con sacabuche veneciano. Si la semana pasada Impedimenta ponía en la calle los Cuentos completos, de Kingsley Amis, y Alba una nueva edición y traducción de Padres e hijos de Turguénev (casi nada), estas dos editoriales no paran y vuelven a asestar un nuevo derechazo con productos recién horneados, de esos que entran en la categoría de cualquieraeselguapoqueseresiste
La editorial madrileña nos intimida con esta imagen de arriba que muestra ejemplares, aún con olor a tinta, de Los diarios de Adán y Eva, esa delicia cómico-satírica de Twain, ilustrada para la ocasión por la excepcional Sara Morante. Los avatares y problemas que generan la vida en pareja y la convivencia, no siempre es fácil -mejor dicho, nunca es fácil-, aunque sea en el Paraíso. A un Adán ingenuo, un serio trabajador que dedica su vida a cuidar del jardín del Edén, el Creador le impone la compañía de la hermosa Eva, una mujer que, aunque pragmática y avezada, dirige su sensibilidad a la hermosura y contemplación del mundo que la rodea. En fin, dos seres extraños destinados a convivir en un mundo aún más extraño. ¿Les suena de algo?
Florido mayo
Florido mayo
 
Por otro lado, Alba está empeñada en arrebatarme el resuello con la edición de otras dos obras que me interesan mucho. La primera, El misterio de Notting Hill, escrita bajo seudónimo por el abogado Charles Warren Adams y publicada por entregas en 1862 (y posteriormente en libro en 1865), está considerada como la primera novela de detectives, anticipándose, de este modo, a El caso Lerouge (1863) de Émile Gaboriau y La Piedra Lunar (1868) de Wilkie Collins, dos títulos tempranos y referentes del género. En esta breve novela, el investigador de una empresa aseguradora debe aclarar las circunstancias de la muerte de la esposa del barón R., que al parecer se envenenó con ácido prúsico después de entrar sonámbula en el laboratorio de su marido. Mediante diarios, cartas, declaraciones, informes científicos y hasta un plano de la escena del crimen, la novela plantea el misterio mediante la técnica objetivista que luego utilizará y refinará Wilkie Collins.
También del sello Alba (dentro de su colección "rara avis") es La historia del doctor Gully, de Elizabeth Jenkins (la misma autora que nos sobrecogió con la excelente Harriet), donde reconstruye igualmente un sonado caso criminal que dejó perpleja a la sociedad victoriana. ¿Qué espero de Jenkins en este título? La misma escritura precisa e inteligente, la misma agudeza para retratar y justificar psicológicamente a sus personajes, la misma calidad literaria que encontré en Harriet. Eso ya sería más que suficiente para coronar este florido mayo.  

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