Revista Opinión
Amos Oz, el escritor israelí, que en el año 2007 recibió el premio Príncipe de Asturias de las Letras, fue uno de los pocos, quizás no tan pocos, de los ciudadanos judíos de Israel que han reaccionado, a través de su pluma, contra el desproporcionado ataque de las tropas de élite israelitas contra una flotilla de barcos de todo tipo, cuyo único propósito era ayudar a un pueblo secuestrado en su propio territorio, en la tierra donde han vivido sus antepasados y donde ahora son humillados y exterminados. El Convenio de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982 y otras regulaciones internacionales de consenso entre todas las naciones marítimas, establece que cualquier buque tiene derecho al paso inocente por aguas internacionales y en este caso el Estado de Israel ha hecho caso omiso de la norma, como viene siendo habitual a lo largo de tantos años de conflicto, de un mal llamado conflicto, ya que realmente aquí de lo que se habla es de violencia permanente y de genocidio hacia un pueblo que simplemente “estorba”, que molesta para los deseos expansionistas de la comunidad judía internacional que permanentemente amplía sus asentamientos con colonos venidos de todas partes del Mundo. Israel ha actuado en el mismo sentido que lo hacen los piratas en Somalia, aunque aquí no haya ido ninguna fragata española o norteamericana a permitir ese paso inocente por aguas internacionales. Es el mundo desigual en el que vivimos.Me parece que se ha hecho muy bien por parte de las personas que iban en esa flotilla de denunciar ante la Corte Penal Internacional estos hechos con nombres y apellidos: Ehud Barak, ministro de defensa de Israel. La impunidad no puede ser admitida y hay que decir basta al doble rasero de los países occidentales, especialmente de los EE.UU. en los temas de violencia en el Mundo, decir basta con la misma contundencia con que se invaden, por mucho menos, otros países donde los gobiernos no son “amigos”, llámese Irak, Afganistán,… Granada o Panamá.Por todo eso creo que los españoles debemos estar muy orgullosos de que tres tripulantes de la flotilla fueran españoles: Laura Arau, Manuel Tapial y el periodista David Segarra, que viajaban en el buque “Mavi Marmara”. A ellos mi homenaje en esta columna.
Artículo que he publicado hoy en DIARIO DE CÁDIZ.