Si no está ya a la venta en las tiendas de El Corte Inglés en breve lo estará la edición en DVD de esa joyita británica de John Ford titulada Un crimen por hora, dedicada a seguir a lo largo de un agitado día al inspector de Scotland Yard, George Gideon, el gran Jack Hawkins. Tengo el gustazo, porque es una debilidad, de poner unas cuantas letras en el libreto que acompaña el pack de la colección Cineclub y en él pretendo mostrar la cercanía del film a otras obras mucho más aceptadamente fordianas, desde los filmes de la Caballería a las delicias filmadas para/con Will Rogers en la década de los 30, cuestionar el concepto mismo de “película menor” y situar el film dentro de una rara convergencia entre corrientes cinematográficas al completo bitánicas, entre otras cosas. Nada menos.
Espacio de cine: un-crimen-por-hora-1958
*Pero todo lo anterior no significa que Un crimen por hora no esconda una anglofilia secreta. Esta aparece a partir de una serie de elementos que no se encuentra en la escuela representativa principal de lo noir, la que iba a imponerse desde finales de los 50 y que ya se había prefigurado en la inmediata posguerra en el llamado “spiv cycle”, las películas con criminales de medio pelo, bien vestidos y especializados en las actividades derivadas del mercado negro como Waterloo Road (Sidney Gilliat, 1945), Bighton Rock (John Boulting, 1947) o They made me a fugitive (Alberto Cavalcanti, 1947), sino en dos corrientes producidas por la fundamental Ealing: por un lado, las películas de dignificación/loa a los policías que se pondrían en marcha a partir del éxito en 1949 de El farol azul (The Blue Lamp, Basil Dearden) y que tuvo entre sus continuaciones a The Long Arm (Charles Frend, 1956); por el otro, las comedias de “anarquismo controlado” desarrolladas desde la posguerra hasta finales de los 50. Entre ambas, y a modo de engarce irrompible con Un crimen por hora, la figura capital del guionista, novelista y ex–policía T.E.B. Clarke.
Incluso, en feliz sincronicidad, Gideon´s Way aparece también conectada a Gideon´s Day, y todas ellas a la Ealing, por la figura de su actor protagonista, John Gregson. Y es que este sólido intérprete se nos revela asociado a algunos títulos tanto puramente Ealing como “a lo Ealing”, del tipo de Whisky a go-go (Alexander Mackendrick, 1949), Oro en barras (Charles Crichton, 1951), Los apuros de un pequeño tren (Charles Crichton, 1953) o Genoveva (Henry Cornelius, 1953).
Así, mientras Gregson viaja desde la comedia popular al policial serio, Jack Hawkins aparece como una importación hacia la distensión cómica (relativa), ya que provenía de The Long Arm, en el cual interpretaba a un proto-Gideon, o al menos a un seco inspector de Scotland Yard con problemas familiares y actitud implacable hacia el crimen. Gideon aparece como una variación sobre un personaje que solo dos años antes de Un crimen por hora ya había quedado asociado a la figura del actor, y que representaba un paradigma distinto dentro del Noir Brittania. De este paradigma, El farol azul había sido punto cero, y la serie televisiva Gideon´s Way una recuperación fuertemente matizada por ese tiempo pasado, entre el free, la crudeza y el documentalismo, comentados antes.*