Veo la foto de Roddy Frame, en la portada de “Seven Dials“, y no puedo dejar de pensar en la forma que se hace uno mayor, de un modo tan brusco que apenas queda tiempo después para asimilarlo. En la teoría, sólo han pasado ocho años desde el último disco firmado a su nombre (“Western Skies“), pero las fotos no engañan: la indisimulable calvicie, un cierto cansancio en la mirada, la huella evidente de ese viaje sin billete de vuelta llamado -horror- madurez. Un espejo (en el fondo, eso es lo que más nos asusta, a quién queremos engañar) en el que nos vemos reflejados: el joven que depositó sus esperanzas en la música pop se ha convertido en un bloguero bastante incompetente, incapaz de sintetizar en menos de 500 palabras las primarias emociones que esas canciones le hacían sentir. Y el adolescente que con 19 años firmaba uno de los mejores discos pop de la historia, aquel que desafiaba insolentemente al mundo desde la atalaya de su genio precoz, parece irremediablemente condenado a la decadencia, y un olvido por parte del público, a todas luces injusto.
Pero no. No es así, al menos en lo que respecta a Frame. Lo de mi incompetencia como bloguero está fuera de toda duda, pero cuando escuchas “Forty Days Of Rain“, adelanto del disco que publicará en mayo de este 2014 el que fuera líder, alma y casi-todo-lo-demás de Aztec Camera, es inevitable rendirse a la evidencia: hay algo mágico, maravilloso, en el modo que tiene este tío de mantener la habilidad para componer. Un don prodigioso para el que no ha pasado el tiempo, un conocimiento secreto que le permite destilar puro pop de 24 kilates: como un truco de magia, en la teoría muy sencillo y que hemos contemplado un millón de veces, pero ante el que no podemos dejar de maravillarnos.
La canción tiene todas las papeletas para gustarme, claro: las exquisitas formas clásicas de su autor se acompañan en esta ocasión de gloriosas armónicas a lo Housemartins (no puedo evitar acordarme del arranque de “The Mighty Ship“), con la puntería que sólo hemos visto exhibir a McAloon para armar memorías imborrables, perfectas, de esas que a la primera escucha consiguen engañarte y hacerte creer que siempre habían estado ahí. Y sólo es el adelanto. Del resto de canciones apenas conocemos más que el título (sí que es posible escuchar “Postcard“, la segunda del álbum, en la web del sello, pero nada más) y algunos pocos datos que deberían ser suficientes para provocar la salivación de cualquier aficionado al proto-indie británico de los ochenta: produce el propio Frame, asistido en alguno de los temas por Edwyn Collins, y publica Analogue Enhanced Digital, que no es otra cosa que el sello discográfico del ex- Orange Juice. También aparecen acreditados en la grabación Sebastian Lewsley (colaborador habitual del firmante de “Wan Light“), y la asistencia de Adrian Meehan a la batería, y de Mark Edwards a los teclados. Todo con muy buena pinta, y más aún cuando la escucha no hace sino corroborar que el bueno de Frame aún Lo Tiene. ¿Cuarenta días de lluvia? Quizás no sean el diluvio perfecto de “High Land, Hard Rain“, pero sí son más que suficientes para dejarnos empapados y con una sonrisa idiota.
Publicado en: RevelacionesEtiquetado: 2014, Analogue Enhanced Digital, Aztec Camera, Pop, Roddy Frame, Seven DialsEnlace permanenteDeja un comentario