Revista Cultura y Ocio

Foto de familia

Por Agora
De pronto reconoces aquello que fue tuyo
en otro gesto y eres feliz en la certeza
que la sangre proclama al sucederse.
Pero adviertes también en ese gesto
la posesión perdida, la antigua dicha impúber
que hoy se niega en tu carne y en el otro
edifica su reino sin ti con lo que fuiste.
Ellos son a los ojos de este extraño que eres
esa misma inminencia de otro tiempo ya huido
que tú usurpaste entonces sin saberlo siquiera.
Mas te sientes feliz en ese lento pulso
que la sangre rubrica sabiendo que te salvan,
que en ellos permaneces, aunque sean,
lo mismo que tú fuiste, tus verdugos.
Reinaldo Jiménez

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