Revista Arte

Fotografía con muy largos tiempos de exposición

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

El concepto tradicional de la fotografía es la captura de un instante, una fracción de segundo inmortalizada. Pero ¿qué pasa cuando se realiza una foto con un muy largo tiempo de exposición?

¿Qué nos pasa cuando tomamos la foto? ¿Qué le pasa al material sensible? ¿Qué vemos finalmente reflejado en la imagen?

instante congelado en el papel, un corte infinitesimal en el continuo del tiempo. Como extraer un fotograma en la película de la vida. El tiempo que generalmente dura la exposición es tan imperceptiblemente corto, que solo escuchamos el chasquido del obturador y ya está, la foto ya fue tomada. Nada pasa en el medio, no existe un "mientras tanto".

En realidad, la toma tiene una duración, de quizás menos de un segundo. También hay fotos con tiempos de exposición más largos, un segundo, dos, tres, cinco o diez. Pero ¿qué sucede cuando utilizamos muy largos tiempos de exposición? O antes que eso, ¿que sería un muy largo tiempo de exposición? ¿Cinco minutos? ¿Diez? ¿Quince? Digamos que sacamos una foto exponiendo la película media hora. No, mejor una hora entera. O dos horas. ¿Por qué no tres horas? ¿No es suficientemente largo? Bueno, vamos de nuevo. Digamos que tomamos una foto usando un tiempo de exposición de seis horas. Seguramente alguien habrá usado tiempos más largos aún, de días o de meses, pero mi experiencia llega hasta ahí, a una foto de seis horas.

Al usar estos tiempos, las sensaciones cambian, pueden pasar muchas cosas entre que se abre y se cierra el obturador. Y hay factores técnicos a tener en cuenta. Por ejemplo, un buen trípode. O calcular correctamente el Fallo de la Ley de Reciprocidad. Porque la película no está preparada para tiempos de exposición tan largos y las tablas de corrección que proveen los fabricantes no contemplan velocidades mayores a unos pocos minutos.

Y es curioso como a medida que alargamos los tiempos, el material se vuelve menos y menos sensible, teniendo que compensar tres, cuatro y hasta cinco pasos de luz. Llega un momento en que al incrementar el tiempo de exposición ya no es necesario cerrar más el diafragma. Por más luz que le siga llegando, ya será muy poco lo que se oscurezca el negativo.

Pero no solo las sales de plata reaccionan distinto ante estos tiempos tan largos.

Para nosotros como fotógrafos también las cosas se vuelven un poco extrañas. Obviamente ya no es necesario permanecer detrás de la cámara mientras se registra la foto. Podemos incluso alejarnos, dejar de ser testigos y salir del cuarto mientras sigue el proceso de formación de la imagen latente. En ese "mientras tanto" tan largo podemos hacer muchas otras cosas. Después de todo, seis horas es mucho tiempo para esperar que se termine de hacer la toma. En ese lapso podemos cocinar, comer, dormir una siesta, salir a hacer las compras, llevar el auto a cargar nafta, ver algo en la tele o hacer un pan. De hecho, solo una de estas cosas no hice mientras sacaba una foto...

Y finalmente, la imagen resultante también es diferente. Como los cines de Hiroshi Sugimoto, todo lo que haya pasado en ese tiempo se comprime en una única imagen. Todo está allí, aunque ya no pueda distinguirse. Porque los objetos en movimiento se van convirtiendo en

fantasmas, hasta llegar a desvanecerse por completo. Una fotografía que contiene muchas. El transcurso del tiempo plasmado en una foto.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revistas