"Al arrancar la cómoda berlina,allí á dos pasos, en la misma calle,vería don Fulano, si no fuesepor la escarcha que empaña los cristales,que en mitad del arroyo una trapera,tiritando de frío, muerta de hambre,revuelve con su gancho la inmundiciaen busca de guiñapos miserables.Lleva tras sí un chiquillomás lacio, más hambriento que su madre,que, hundiendo en el montón sus manecitas,busca también... ¿Qué busca? ¡Ni lo sabe!Débiles son los dos, flacos, entecos,no tienen fuerzas ni vigor, ni sangre,y husmean en la tierra ansiosamentelo que no quiere nadie."Sinesio Delgado, 1896
Se desvanece en el tiempo el caballero que camina por la acera. Una niña, asombrada, nos observa. Inmóvil queda una trapera capturada por la cámara de Otto Wunderlich, y congelada en su faena. Inmóvil su burro, con su carga eterna, su hambre y su paciencia.
"[Madrid. El Rastro]. El burro de la trapera (con ella)"
Autor de la fotografía: Wunderlich, Otto (1886-1975)
(entre 1920 y 1922)
© mecd-FPH- Archivo WUNDERLICH
Nº de inventario: W-01281
© 2015 Eduardo Valero García-HUM 015-010 FOTOTECA
© 2015 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325
Es curiosa la fotografía, pues poco se veía a las traperas por el día. Tal parece que habían cambiado las costumbres en los madriles de los años veinte del siglo veinte.
Decía el romántico Mariano José de Larra en 1835:
“Pero de entre todos los modos de vivir ¿qué me dice el lector de la trapera, que con un cesto en el brazo y un instrumento en la mano recorre a la madrugada, y aun más comúnmente de noche, las calles de la capital? Es preciso observarla atentamente. La trapera marcha sola y silenciosa; su paso es incierto como el vuelo de la mariposa; semejante también a la abeja, vuela de flor en flor (permítaseme llamar así á los portales de Madrid, siquiera por figura retórica, y en atención a que otros hacen peores figuras, que las debieran hacer mejores).”
La trapera utilizaba, en aquellos tiempos decimonónicos, un gancho para atrapar despojos y echarlos en su cesto. Así lo hacía portal a portal como lo describe Fígaro, quien añade:
“En una noche de luna el aspecto de la trapera es imponente: alargar el gancho, hacerlo guadaña, y al verla entrar y salir en los portales alternativamente, parece que viene á llamar á todas las puertas, precursora de la parca. Bajo este aspecto hace en las calles de Madrid los oficios mismos que la calavera en la celda del religioso; invita á la meditación, á la contemplación de la muerte, de que es viva imagen.”
Triste y arriesgada labor para una mujer en las noches pendencieras de Madrid, más propensa a morir que a figurar la muerte.
No había edad para comenzar en el oficio, pues la retratada seguramente lo era desde la niñez y gracias al fotógrafo lo será por los siglos de los siglos.
De 1852 traemos la siguiente noticia, publicada en el periódico literario La Esperanza, para ilustrar un poco más el oficio de trapera:
Era muy frecuente en las columnas de la prensa que las traperas formasen parte de las crónicas diarias, principalmente en el siglo XIX. No siempre la noticia era como la aquí publicada, aunque sí hacían muchos hallazgos, y entre ellos algún bebé recién nacido. Pero abundaban las asesinadas; las atropelladas; las maltratadas; las cómplices de algún delincuente, y las deshonradas y engañadas.
Como en el caso de los mozos de cordel, la profesión de trapera (también hubo traperos, claro) va desapareciendo y del mismo modo las noticias sobre ellas. La más sonada del siglo XX fue el asesinato a palos de la trapera Macaria García Sobrerbiola, de cincuenta y siete años. El crimen fue cometido en el Puente de Vallecas el 5 de noviembre de 1934.
Se desvanece ahora la añeja trapera y su burro queda. Precioso asno que llega a nuestra literatura de la mano de Cervantes como “el Rucio”. Sin perder su condición de animal de carga -que lo era desde antiguo-, sube a lo más alto en las Reales Academias cargando en el lomo a Sancho y su panza.
"[Madrid. El Rastro]. El burro de la trapera"
Autor de la fotografía: Wunderlich, Otto (1886-1975)
(entre 1920 y 1922)
© mecd-FPH- Archivo WUNDERLICH
Nº de inventario: W-01282
© 2015 Eduardo Valero García-HUM 015-010 FOTOTECA
© 2015 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325
¡Cuánto has trabajado! Penita da verte solo sobre la calle empedrada, junto a los sacos de vacíos tesoros que recogió tu ama y que serán su sustento en el Rastro, si se da bien la mañana.
Desde este siglo XXI te recordamos, y acariciando tu sacrificada testa susurramos:
“Vive tranquilo, Platero. Yo te enterraré al pie del pino grande y redondo del huerto de la Piña, que a ti tanto te gusta. Estarás al lado de la vida alegre y serena. Los niños jugarán y coserán las niñas en sus sillitas bajas a tu lado. Sabrás los versos que la soledad me traiga. Oirás cantar a las muchachas cuando lavan en el naranjal y el ruido de la noria será gozo y frescura de tu paz eterna. Y, todo el año, los jilgueros, los chamarices y los verdones te pondrán, en la salud perenne de la copa, un breve techo de música entre tu sueño tranquilo y el infinito cielo de azul constante de Moguel.” Juan Ramón Jiménez
Bibliografía
Todo el contenido de la publicación está basado en información de prensa de la época y documentos de propiedad del autor-editor.
En todos los casos cítese la fuente: Valero García, E. (2015) "Fototeca: El burro de la trapera. Madrid, hacia 1920", en http://historia-urbana-madrid.blogspot.com.es/
• Citas de noticias de periódicos y otras obras, en la publicación. • En todas las citas se ha conservado la ortografía original.
© 2015 Eduardo Valero García - HUM 015-010 FOTOTECA
ISSN 2444-1325