Redondito… Si hubiera que utilizar una sola palabra, ese adjetivo en su versión diminutiva (o afectiva) sería la opción más atinada para definir a Hábitat, mediometraje de Ignacio Masllorens que desembarcó ayer jueves en el Centro Cultural de la Cooperación* tras una primera presentación en la 15ª edición del BAFICI. La elección terminológica encontró inspiración en el único plano-secuencia de la pequeña obra, encargado de cerrar con extrema delicadeza este inusual fresco urbano que oscila entre el estudio catastral y cierto coqueteo con la ciencia ficción.
El trabajo de Masllorens comparte con Centro de Sebastián Martínez y La multitud de Martín Oesterheld la aparente intención de rescatar a la Ciudad de Buenos Aires de la indiferencia que a veces provoca en sus habitantes. En este caso, el propósito (rei)vindicador es tal que el director elige prescindir de los porteños, erradicarlos de los espacios abiertos y cerrados que filma la cámara, y del sonido ambiente que registra el micrófono (o que el director editó en la etapa de posproducción).
La escasa vegetación de ¿la Reserva Ecológica?, los rascacielos de Puerto Madero, estaciones de subte y trenes, calles del microcentro, el interior de oficinas y fábricas más o menos equipadas, los contornos de Plaza Francia, el subsuelo de las Galerías Pacífico, pasillos universitarios y hospitalarios son algunos de los escenarios elegidos. Todos libres de la presencia y la voz humana (apenas distinguimos un gato y unas pocas palomas), un poco como sucede al principio de Exterminio donde Danny Boyle recrea a una Londres arrasada por una pandemia fuera de control.
Algunos espectadores también pensamos en el cuento de Ray Bradbury ‘Vendrán lluvias suaves’ de Crónicas marcianas ante las computadoras, impresoras, pantallas de circuitos cerrados de televisión, y máquinas varias que Masllorens filma encendidas y respetuosas de su rutina, sin advertir -sin que les importe- la sospechosa deserción humana.
Cuarenta minutos dura esta serie de planos fijos, más bien generales, que retratan a la ciudad en su dimensión pública y privada. Si bien reconocemos a Buenos Aires (y a su inconfundible Río de la Plata), bien podría tratarse de otra capital occidental… de habla hispana según delata el castellano de los graffitis y carteles capturados.
En tiempos de cobertura baficiana, la crítica cedió a la tentación de encasillar a Hábitat con la expresión “cine experimental”. Algunos espectadores, en cambio, preferimos evitar la frialdad de la categorización y celebrar el descubrimiento de un fresco urbano redondito, elaborado con brocha catastral y pinceladas de ciencia ficción.
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* El film de Masllorens se proyecta inmediatamente después de Las amigas de Paulo Pécora (aquí, la reseña correspondiente) en el ciclo de cine que el Centro Cultural de la Cooperación organizó para todos los jueves de octubre.