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Francisco

Por Biologiayantropologia

FRANCISCO
Publicado en Levante 19 de marzo de 2013


Son días de expectación. En general, la elección del papa Francisco ha suscitado un ola de simpatía que recorre el orbe entero, al menos, lógicamente, donde el catolicismo está relativamente implantado. En nuestro país, sólo hay que considerar el despliegue informativo y el humo que echaban las redes sociales, para darse cuenta del fenómeno.

En efecto, son muchas la esperanzas depositadas en él y no tanto, aunque se le dé una exagerada consideración, por la “limpieza” que ha de acometer en la santa sede, ni tampoco por tener que “clarificar” las cuentas del IOR (banco del Vaticano). No es esa a mi entender, la tarea que los cardenales, que no son tontos, le han asignado con su elección. Quizá este asunto “vende”, pero es pura fumata amarilla: coger el rábano por las hojas.
A mi juicio, lo que han buscado –el tiempo dirá si esta apreciación es acertada o no- es un pastor que sepa comunicar, que llegue a la gente sencilla.  “Algunos no saben nada de Dios…, porque no les han hablado en términos comprensibles”, decía san Josemaría (Surco, n. 941). Ciertamente, cualquier intelectual tiene a su disposición un magisterio denso y profundo, como quizá nunca antes se haya hecho, que viene desde el Concilio Vaticano II y que ha tenido, en los papas que guiaron después a la Iglesia, un peculiar desarrollo tanto teológico como antropológico. Entonces, ¿de qué se trata ahora? En mi modesta opinión, de que todo ese cuerpo magisterial llegue a la gente con formulaciones que entren por los ojos, en unas  enseñanzas accesibles al gran púbico, en un lenguaje actual y coloquial; y para esto es necesario contar con un gran comunicador; y lógicamente con la honradez y profesionalidad de los medios de comunicación: que llegue el mensaje con nitidez, sin distorsiones ni interpretaciones parciales. Ciertamente el mensaje cristiano no es fácil de asimilar por quien no crea o carezca de la adecuada visión de lo que es la Iglesia: una institución que dura ya XXI siglos y que, desde su inicios, no ha hecho más que proclamar la inusitada verdad de que Dios, como decía san Agustín, si no amara a los pecadores, no habría descendido del Cielo a la tierra. Es por eso que el papa Francisco hará llegar estas verdades sublimes, siempre preñadas de novedad, jóvenes, con un verbo cálido, con gestos de llaneza, fuera de todo protocolo. Un hombre al que la gente, intuyo, le va a querer y mucho, porque quiere y se deja querer.
Son impresiones, pero considero que la gran tarea que tiene por delante es recordarnos que Dios sí que se hace cargo de nuestras hipotecas vitales, las condona enseguida, sin necesidad alguna de dación en pago. No lleva cuenta. Y siguiendo esa estela hará resonar en nuestros oídos las hermosas palabras del profeta Isaías: ¿Acaso puede una madre olvidarse del hijo de sus entrañas y abandonarlo? Pues aunque ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti, dice Yahvé-Dios.
Pedro LópezGrupo de Estudios de Actualidad

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