Revista Libros
Francisco Brines.Aún no. Lectura de Juan Carlos Abril.Bartleby Poesía. Madrid, 2012.
En su imprescindible colección Lecturas21, Bartleby Editores recupera una obra central en la poesía de Francisco Brines: Aún no, un libro de 1971 que Juan Carlos Abril define en su lectura epilogal como “una obra actual que se balancea entre el pesimismo y el optimismo, y que inexorablemente se decanta hacia lo segundo porque ante todo existen poderosos argumentos para disfrutar de lo que poseemos, de lo que estamos viviendo. El carácter temporal y reflexivo de esta dicotomía implica un descrédito del futuro y una apuesta radical por el presente.”
En ese difícil equilibrio inestable (La gloria de la vida, y su fracaso) se sostiene la poesía de Brines y de manera especial Aún no, al que pertenecen algunos de los poemas más representativos de su obra como Los signos de la madrugada, ¿Con quien haré el amor?, Estela griega, Palabras para una despedida o el texto final, Cuando yo aún soy la vida, donde se lee:
La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los muertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
“La poesía –ha explicado Brines- surge del mundo personal y de las obsesiones del poeta, pero yo no puedo escribir desde la plenitud ni desde el dolor, necesito un distanciamiento con respecto a la experiencia. La poesía desvela una visión del mundo, una cosmovisión de la vida como pérdida, que me ha concedido la poesía, y así surgen los poemas: del amor y de la pérdida, de la luz y de la sombra. La poesía, secretamente da a conocer aquello que está en uno y no se conoce y, además, es un retrato opaco del escritor.”
Un retrato opaco que dibuja el contorno moral y biográfico de Brines, su mezcla de reflexión y pasión sobre el fondo de luz y sombra de la realidad. De esa lucidez y esa intensidad se alimenta su obra:
"Estimo particularmente, como poeta y lector, aquella poesía que se ejercita con afán de conocimiento, y aquella que hace revivir la pasión por la vida. La primera nos hace más lúcidos, la segunda, más intensos."
En Aún no, esas dos líneas en las que se cruzan la vida y la muerte, el tiempo fugaz y el amor más fugaz aún, el deseo y el abandono, conviven armónicamente en versos como estos:
¿Cuál será la esperanza?
Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
O en otros textos en los que sin abandonar el tono clásico que recorre muchos de los poemas de un libro tan mediterráneo como este, la elegía deja paso a incursiones brillantes en la sátira. Es lo que ocurre en la parte central –la única de las tres que tiene título propio, Composiciones de lugar-, a la que pertenece Vidas paralelas, que termina así:
que a debida distancia cualquier vida es de pena.
Esa distancia irónica persiste también en otros poemas del libro, como El testigo, de la tercera parte:
creía que la vida
fuese eterna. Bien sé que ya no es cierto
perdí la eternidad, y tú la vida.
Forma de conocimiento, lamento de las pérdidas y afirmación de la vida, como en Métodos de conocimiento, uno de los textos que pueden tomarse como cifra de Aún no y como síntesis del tono, los temas y el lenguaje poético de Francisco Brines. Termina con estos versos:
Algún puñal fallido buscaba un corazón.
Yo alcé también mi copa, la más leve,
hasta los bordes llena de cenizas:
huesos conjuntos de halcón y ballestero,
y allí bebí, sin sed, dos experiencias muertas.
Mi corazón se serenó, y un inocente niño
me cubrió la cabeza con gorro de demente.
Fijé mis ojos lúcidos
en quien supo escoger con tino más certero:
aquel que en un rincón, dando a todo la espalda,
llevó a sus frescos labios
una taza de barro con veneno.
Y brindando a la nada
se apresuró en las sombras.
Santos Domínguez