"El libro paró su escritura y se cerró suavemente al ritmo que la claridad irrumpía en la mañana al amanecer. El lector, que había envejecido, [...], estaba ahora radiante. Zoraida y sus criadas lloraban de emoción. En la cara del lector se abrió una sonrisa. La princesa se acercó a él y le cogió de la mano suavemente."
Emulando al genial Miguel de Cervantes, aunque marcando las debidas, respetuosas y obligadas distancias con él, de Francisco José Sánchez Muniz (entre amigos, Paco) yo bien podría decir aquello de que Paco "ha cierto tiempo que es grande amigo mío" para proseguir confesando que es persona por demás afable, degustador de la buena cultura, hacedor de versos y narraciones, además de muy competente en lo suyo, o sea, especialmente en lo que toca a la nutrición y la salud cardiovascular.
Yo que nada sé de nutrición, sí que puedo decir al menos, tras la lectura de los Cuentos del Espejo de Agua, que Paco es experto en lo que emocionalmente toca a la salud del corazón. Y es que, esto hay que decirlo desde el principio, los quince relatos que componen el volumen están llenos de amor: Amor a la literatura, amor a las narraciones mágicas y maravillosas, y amor humano hombre-mujer como el que se profesan los dos personajes principales de estos cuentos, Zoraida y el Lector del libro; un amor que van construyendo, recordando y alimentando poco a poco, cuento a cuento, hasta sumergirse en las aguas del Espejo de Agua cuyas letras los habían enamorado.
La sensación que me invadía según iba leyendo estos relatos era la de adentrarme en la literatura propia de los cuentos mágicos y maravillosos. En efecto la cronología se pierde en ese "Érase que se era" o "Érase una vez" con que principian buen número de los escritos que el Agua de Espejo va cincelando en las páginas del Libro azul celeste que el Lector lee a una audiencia que, noche tras noche, se congrega en torno al agua del foso del castillo-palacio donde se produce el milagro de la palabra. Estamos en un tiempo impreciso, que en mi imaginación se me antoja situado en esos siglos oscuros del alto medioevo en los que los grandes hacedores de cuentos vienen a ubicar la mayoría de sus historias.
La sensación anterior se ve fortalecida por el romanticismo que impregna las narraciones contenidas en Cuentos del Espejo de Agua. Al decir romanticismo no sólo me refiero al sentimiento del amor que en mayor o menor medida, directa o transversalmente, cruza todos los relatos, sino a componentes románticos tan claros como la nocturnidad y el gusto por el terror, el miedo o la angustia que Paco pretende -y logra- reflejar en algunas de las historias. Tal sucede, por ejemplo, con la personificación dada a animales, objetos de la naturalezas y fenómenos atmosféricos que acaece en el titulado La bruma y el caballo; también en la analogía que en Día y noche se efectúa entre caballo y caballero y dama y yegua componiendo la quimera de un ser de seis patas. La plasticidad de la figura que se muestra remite con claridad a la intimidad amorosa. Es tal el poder mágico de la literatura, que los humanos que escuchan éste y otros cuentos vienen a confundir su realidad con la que se plasma en la ficción donde terror, prisión, lucha y amor se funden con la vida de Zoraida y del peregrino lector.
Es una obra claramente de sensaciones, de emociones. Según paseaba por sus páginas he topado una y otra vez con un mundo sensorial lleno de sonidos y de colores, con una plasticidad que en literatura se logra fundamentalmente a través de la expresión poética. Y es que en Francisco José Sánchez Muniz anida un poeta. En él el estro pugna siempre por mostrarse, como se ve en este libro en multitud de expresiones de fuerte nervio poético ("se acercó a ella, la cogió despacio por el taller y acercó su cara hasta que los ojos y sus bocas se fundieron llenándose de espumas de marea alta", en Sumergiéndose en el fondo del Espejo; "perdiendo la noche la soledad del silencio", en Una peregrinación diferente; "morir asaeteado por los cuernos de la luna o por el run-run de las estrellas titilantes", en La huida y el lago; "Infierno albo algo dantesco", en La bruma y el caballo); sin olvidar, claro, los poemas que se cuelan pertinentemente en algunos de los cuentos.
Es evidente que Paco en esta colección de cuentos anidados entre sí por un hilo conductor, que inicia y concluye cada uno de los mismos (la lectura por el lector de los relatos que el Espejo de Agua escribe en ese libro de pastas azules cuando la noche comienza y que concluye con brusquedad al alba), tiene clara voluntad de estilo. Un estilo patente en la propia estructura anidada y en la variada manera de abordar los finales de los relatos: alguno, totalmente abierto; otros, inconclusos e incluso con doble final cual si de un ejercicio de taller literario se tratase. Un estilo a través del cual muestra, como ya he dicho, su gusto por la creación poética. También es evidente como rasgo de estilo el conocimiento que Francisco José exhibe del léxico de diferentes oficios (la 'gubia', el 'escoplo', el 'cepillo'... en El carpintero y el pájaro; la 'tanza', la 'carnada', la 'cofia', los 'rizos', el 'foque'...en El barco y el mayor tesoro). Y por último, dentro de lo propiamente estilístico hay que citar su inmenso amor por la literatura, la cual es homenajeada en referencias como la que realiza en El barco y el mayor tesoro, cuento en el que, así como en otros el escritor introduce partes en verso, en éste divide el relato en apartados bajo el epígrafe de las noches sucesivas durante las que el lector va leyendo el relato. La influencia y/u homenaje intertextual a obras o escritores clásicos es evidente:
- "Segunda noche. Donde se relatan las aventuras que acontecieron a los tripulantes y marinos del barco después de una semana de viaje"
- "Tercera noche. En la que se cuenta lo que aconteció al capitán y a los oficiales"
- "esos hombres de la mar [en los que] existía mucha superstición y miedo y se contaban historias de mujeres bellas con cola de pez que, en las noches de luna nueva, cuando sólo hablaban las estrellas, hacían enloquecer con sus cantos y belleza a los hombres que el azar hacia caer en sus redes"
Para cerrar esta breve nota sobre el estilo de Francisco José Sánchez Muniz es obligado aludir a su condición de andaluz, onubense por más señas. Paco nació en donde el mar y los hombres que viven en su ribera soñaron e hicieron realidad el descubrimiento de otros mundos, otras gentes, otras historias... Su andalucismo es patente en la plasticidad, el colorismo, la magia, los sonidos, la sensualidad que habitan sus quince relatos. Dice el autor que hay en su obra una clara alusión a Las mil y una noches: "En un principio quise hacer algo que recordara a las mil y una noches, por eso, cuando y donde la luna está presente, un lector, noche tras noche, lee historias a una mujer que vive recordando su pasado". Efectivamente es así; y yo añadiría que además de esa evidencia también existe relación, en el modo de estructurar y anidar los relatos, con el clásico Decamerón boccacciano y con otros decamerones más actuales como el Decamerón del siglo XXI del Colectivo Literario Bremen en el que Francisco participa con varios relatos.
Por último, y como sucede en los relatos contenidos en " Cuentos del Espejo de Agua, el propio autor realiza sobre sí mismo una fusión entre lo real y lo ficticio. En el Proemio a estos cuentos leemos que, entre otras muchas fuentes de inspiración, dice el propio Francisco José Sánchez Muniz Cuentos del Espejo de Agua tiene su inspiración [...] sobre todo en un libro azul celeste grande con letras preciosas que recibiera de mi padre". Ese libro de su realidad vital lo transforma en el Libro azul celeste en el que el Agua escribe historias ficticias. Realidad y ficción, ficción y realidad, formando un ente único, como cuerpo y alma de un mismo ser.
Si hubiera de elegir dos cuentos de entre los quince que forman el volumen (¡elección difícil, sin duda!) me inclinaría por los dos siguientes: "El peregrino" y "El candelabro".
- "El peregrino" me ha gustado por el ambiente frío, misterioso y el paisaje solitario de premonición de muerte en que se desarrolla. Todo esto y más se percibe en este cuento donde un peregrino y su fiel mastín se dirigen a una ermita. El camino es peligroso y misterioso. La arribada al destino, incierta. Nos movemos entre la certidumbre de una cosa y su contraria. La muerte, el descanso, el sueño... Todo ello se confunde armoniosamente en este cuento mágico.
- "El Candelabro" es uno de los relatos que más se aproxima a los cuentos clásicos. Genios, seres maravillosos, Candelabro, espejo y cuadro de propiedades misteriosas siempre benefactoras si se cumplen condiciones establecidas. Amor paterno filial, hermano que aparece de manera mágica e inopinada, amor a raudales. Luna llena agosteña, éxito material en un bazar oriental... Como digo es un cuento en la más pura línea de lo mágico maravilloso.
El libro Cuentos del Espejo de Agua fue presentado el pasado día13 de junio en el Centro Riojano de Madrid. La sala en que tuvo lugar estuvo llena hasta los topes. Acompañó al autor en dicha presentación Margarita Arroyo, presidenta de AEFLA.
La edición de Cuentos del Espejo de Agua está realizada por Ediciones Vitruvio, cuyo director Pablo Méndez también acompañó al escritor en la presentación.
Es en la página web de la editorial donde se puede adquirir la obra.