![Francisco Montijano, poemas contra el tiempo Francisco Montijano, poemas contra el tiempo](http://m1.paperblog.com/i/137/1375316/francisco-montijano-poemas-el-tiempo-L-2aMWKk.jpeg)
Tesoro de los erroresNausícaä, Murcia, 2008
Han tenido que pasar años, casi una vida, para que Francisco Montijano nos diera a conocer sus versos, hasta ahora secretos, quizá por compartir criterio con nuestro admirado Miguel Espinosa, que opinaba sobre ese tiempo demorado que los escritos precisan antes de su publicación, para volver a ellos con posterioridad y apreciar, me permito la expresión, si están “en sazón”. Francisco Montijano era gran amigo de Espinosa, y compartían textos propios, entre teorías y modos de decir sobre el lenguaje. De hecho, no podemos sorprendernos de la fórmula que utiliza Montijano para las despedidas autógrafas o digitales: «A la buena hora», en lugar de las usuales.Cuanto antecede viene al caso para advertir que no vamos a encontrarnos con una poesía fácil de delimitar, en cuanto a grupo o tendencia, sino con una poesía singularizada, donde la clasicidad se hace patente, y parten los poemas de un terreno abonado, surgen como necesidad imperiosa.
El primer libro publicado de Montijano es el titulado Tesoro de los errores. A través de sus ocho apartados (hasta contar “Ocho errores” y decir de cada uno de ellos), Francisco Montijano va desgranando una serie de teorías, teoremas y máximas, y ha elegido el poema para expresar estos temas y otros que corresponden a la vida real, sobre todo a la memoria, a ese tiempo ido. Digamos que esa memoria tiene un doble significado, la memoria en sí, con despliegue de temas que, plurales y diferenciados, surgen en el libro («Sus largas trenzas / se ladean; / de sus ojos vivos / caen tres lágrimas; / su voz, infantil pero entera, / sentencia: / ¡ya no lo hace más!»; «Tocho, tres años. / No conoce la mentira»; «La luz / como tiene prisa / escoge / el camino más rápido, / no el más corto»). El otro significado al cual aludimos, es que varios de los poemas dan cuenta de una época; en ella, un grupo de intelectuales van desgranando su discurso: Miguel Espinosa, José López Martí y el mismo Francisco Montijano, entre otros.
El lenguaje, podríamos decir, hace escuela, conforma un modo de entenderse que toca, sin duda, el terreno filosófico, el mundo de las ideas y el conocimiento. Estas formas de “templar” el lenguaje y sus posibles realidades tenían lugar en espacios cerrados (tertulias) o en los paseos diurnos y nocturnos, a modo de “ágora”.
Consideramos importante recoger aquí el poema “Retrato”, perteneciente a la parte del libro Tercer error, cuyo subtítulo es “Melancolía”. Este apartado está dedicado a Miguel Espinosa, y el poema mencionado dice así: «Al verlo sentado / casi al borde de la silla, / con los ojos clavados inverosímilmente / en la mesita velador, / los labios prietos /como conteniendo un tumulto de palabras; / la mirada, después, / posándose de uno en otro de los contertulios, / interrogando, / inquiriendo incesantes porqués, / desde ningún ángulo aparecía / prototipo dechado de virtudes / guardador de los mandamientos del buda, / sino / demiurgo implicador / de las conciencias ajenas».
Podríamos añadir varios fragmentos referidos a los contertulios de aquel entonces: «López Martí / sueña tumbado placenteramente / en un campo de espigas doradas (…) Segado / renuncia a su sueño de poeta (…) Mercedes / sueña que Miguel es su sueño».
Montijano escribe, en este libro primero, una ¿definición? de qué sea la poesía: «Una forma distinta / de ver las mismas cosas. / Otra manera de cantar». Con estas palabras interrumpimos el comentario a Tesoro de los errores. Nos permitimos recomendar al lector sus páginas, seguro que se sorprenderá por la carga de vida/pensamiento bien hilados.Como si la vida fuera es otro libro, de reciente aparición, que deseamos comentar. Está pleno de riqueza, escrito por un autor incapaz de intentar cualquier tipo de protagonismo. Sin querer nos ha regalado una voz desconocida, no común para los lectores anteriores y presentes. Preside las páginas una cita de Cervantes que tenemos a bien recoger en este comentario: «Como ellas no fueran tantas / —dijo el cura— fueran más estimadas: / menester que este libro se escarbe. / —Guárdese, porque su autor es amigo mío—».
¿Qué nos encontramos en estas páginas? Diríamos que, sin perder la traza del libro precedente, hay un mayor acercamiento a mundos más concretos y allegados. En primer lugar, nos encontramos con el apartado Recuerdos. Inicia el primer poema con versos que enuncian y repiten en los dos primeros fragmentos («Cosas deseadas, / cosas sentidas, / cosas sufridas»), para aportar una conclusión. El ritmo proviene de la repetición, y beneficia esa especie de final concluyente que encierra cierta sorpresa: «Para los que ya han cumplido los años / no hay problema, / cierto o incierto, / es su recuerdo». En los poemas sucesivos de este apartado, la expresión es un tanto escéptica. Salen al paso preguntas sin respuesta, afirmaciones dudosas («… no sabemos si conocemos las cosas, / no podemos fiarnos de lo aprehendido / por los sentidos»). Continúa el autor esa indagación a través de la razón. No importa que en ocasiones se quiebren algunos de los presupuestos poéticos. Interesa la búsqueda, el camino, el saber si “no hay nada fuera de nosotros”, como nos dice el poeta.
En el apartado Relato encontramos el poema “Abuela” («Cogidos de la mano, / contagiando energías, / como ángeles en el limbo. / Hablar es fácil»), así como otro dedicado a la “Madre” y al “Padre”, sin olvidar “Amigos” y “Mateo”, el amigo muerto y recordado varias décadas después. La memoria es tema recurrente, y si bien la poesía objetiva recorre muchos de los poemas de Montijano, puesto que la razón está en buena parte de ellos, también aparecen, más en este su segundo libro, los impulsos afectivos. Una buena muestra la encontramos en los poemas citados.
Francisco Montijano afronta con valentía un modo de hacer interesante y distinto, como ya hemos reconocido. En su poesía, el filósofo tiene presencia. Es inevitable en Montijano, porque su vida ha girado siempre en torno al mundo del pensamiento. Personalmente me permito afirmar que la filosofía y lo poético tienen mucho que ver. No es tema para discernir sobre él, en esta ocasión. De ahí que sigamos con nuestro recorrido poético. Nos detenemos en un poema, “Fracaso”, que viene a demostrar cuanto antecede: «Escribir es un placer / si transmite fervor intelectual: / la idea de que pensar y leer es alegría». No falta humor en los versos del poeta, y lo advertimos en el poema “Risa”: «Un dios único / ¿es capaz de reírse? / Un dios único / será: / todopoderoso, sabio, clemente. / Pero ¿podrá ser gracioso?; / ¿cómo concebir su sentido del humor?».
Es cierto que la poesía de Francisco Montijano no deja indiferente. Hemos “escarbado” el libro (los libros), como aconseja Cervantes, y son múltiples los hallazgos, las sugerencias, la apertura de mundos posibles y ricos, fruto de una dedicación inteligente y lúcida. Hay poemas, entre los mencionados, que por sí solos ya justifican el libro. También, queremos dejar constancia de las atinadas ilustraciones de Javier Montijano, que bien acompañan a las páginas de nuestro comentario.
Felicitamos a Francisco Montijano, por haber hecho posibles Tesoro de los errores y Como si la vida fuera.
Dionisia García