Revista Cine

Frankenweenie

Publicado el 16 octubre 2012 por Diezmartinez
Frankenweenie
Hace casi 20 años, los ejecutivos de la Casa Disney castigaron a un joven aprendiz de cineasta llamado Tim Burton con el enlatamiento de un corto que le habían encargado con el fin de acompañar el re-estreno de Pinocho (Fergurson et al, 1940). El corto de marras -de acción viva, de 30 minutos de duración, en blanco y negro, con Shelley Duval, Daniel Stern, Barret Oliver y una pésima actriz adolescente llamada Sofia Coppola- se llamó Frankenweenie (1984) y el joven director castigado por hacer una película tan rara, tétrica y poco infantil se llamaba -se llama, pues- Tim Burton. Por supuesto, con el paso de los años, cuando Burton se hizo de nombre, fama y libertad, la casa productora del tío Walt "rescató" Frankenweenie y colocó el corto "maldito" en la sección de extras del DVD de la obra maestra stop-motion El Extraño Mundo de Jack (Selick, 1993), producida por Disney y escrita y coproducida por Tim Burton. Pero faltaba un segundo rescate: el del propio Tim Burton que, casi dos décadas después vuelve a esa idea original dirigida por él y escrita por Leonard Ripps. Se trata, pues, de Frankenweenie (Ídem, 2012), un expansivo remake stop-motion en blanco y negro del corto de 1984. Básicamente se trata de la misma historia, sólo que ahora animada cuadro-por-cuadro y extendida de 30 a 87 minutos de duración.  En esta extrapolación, es cierto, mucha de la ingenuidad y entusiasmo del Burton original se ha diluido pero, al mismo tiempo, esta nueva Frankenweenie se presenta como una suerte de temprana cinta-summa de la mejor obra burtonesca. Así pues, si el corto de 1984 anticipaba por algunos años al Burton de los años 80/90 en sus temas y personajes (el freak/outsider perseguido/incomprendido), escenarios (el plácido infierno clasemediero de El Joven Manos de Tijera/1990) y obsesiones (el cine de horror y sus intérpretes, como en Ed Wood/1994), el filme de 2012 permite revisar toda la obra burtonesca a través del lente de esta película, tan importante y personal en la filmografía del director de la mejor saga batmanesca que se haya realizador hasta el momento (Batman/1989 y Batman Regresa/1992). El centro argumental es, decía, el mismo. Después de que su adorable perro Sparky es atropellado y enterrado en el Cementerio de Mascotas (Lambert, 1989) más cercano, el solitario chamaco Victor Frankenstein (voz en inglés de Charlie Tahan), influido por su excéntrico maestro de ciencias idéntico a Vincent Price (voz en inglés de Martin Landau, quien interpretara a Bela Lugosi en Ed Wood), desentierra al chucho en cuestión y lo revive, en una clásica noche de tormenta eléctrica, gracias a la ayuda de unos impresionantes rayos. Victor no grita: "It's alive, it's alive!", pero no es necesario. Cualquier conocedor del cine de horror y/o fantástico irá reconociendo con facilidad los homenajes y referencias, empezando por la Elsa Lanchester de La Novia de Frankenstein (Whale, 1935) hasta esa obra mayor de humor/horror navideño que es Gremlins (Dante, 1984), pasando por una atractiva monstruoteca: que si la Momia, que si Igor, que si una tortuga que se parece a Gamera, que un felino llamado "Don Bigotes" que se transforma en un gato-vampiro malhumorado... Al mismo tiempo, Burton usa esta cinta para trazar vasos comunicantes con su propio cine, no sólo por la elección del reparto vocal -además de la de Landau, se escuchan por ahí las voces de Catherine O'Hara y de Winona Ryder, quien interpreta a una niña gótica que parece hermana menor de su inolvidable adolescente de Beetlejuice, el Superfantasma (1988)-, sino, como ya lo mencioné, por la conexión directa con los temas, personajes y obsesiones de toda su filmografía, incluso desde antes del Frankenweenie ochentero. Para ser concretos, desde su pequeña obra maestra animada Vincent (1982).  A propósito de la animación: el stop-motion (y en 3D, por cierto) es usado de forma funcional y discreta. No hay despliegues técnicos virtuosísticos por ningún lado, aunque es innegable el cuidado con que todo el universo del filme fue creado: desde la fotografía en blanco y negro -fiel al corto original y a la cinefilia que presume- hasta los detalles más pequeños, como esa pequeña boca de Mr. Bigotes y los chicos ojotes que pela su dueña, quien en los créditos del filme aparece identificada, con todo justicia, sólo como "Weird Girl".  En concusión, creo que el regreso al origen ha resultado provechoso, para Tim Burton. No para abrir nuevos caminos en su carrera -no es lo que alguien quiere hacer cuando dirige un remake de su propia obra- pero sí para recuperarse de una considerable cadena de fracasos creativos. Si este descanso en el camino le sirve para recupear el impulso perdido desde El Cadáver de la Novia (2005), que así sea.

Volver a la Portada de Logo Paperblog