Estar en prisión puede dejar marcas de por vida. Y no sólo son psicológicas, sino que también pueden verse a simple vista. Son los tatuajes que se hacen en la cárcel, que muchas veces son realizados con materiales improvisados y por gente que no tiene grandes habilidades en diseño. Estos dibujos en la piel son, además de un duro recuerdo para las personas, un freno para integrarse en la sociedad, ya que les impiden cosas como conseguir un trabajo.
En Polonia, el centro de rehabilitación social The College of Social Sciences ha puesto en marcha "Freedom Tattoos", un programa para cubrir los tatuajes de la carcel y transformarlos en tatuajes artísticos realizados por profesionales. Una acción ideada por la agencia Isobar Polonia para ayudar a que estas personas consigan una segunda oportunidad.
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