No debo comer. No debo comer. No debo comer. Lia se repite constantemente que no debe comer. En su vida sólo hay sitio paera contar las calorías, para hacer ejercicio cuando la han obligado a ingerir una cantidad de alimentos que ella considera excesiva. Siempre. Pero ahora su amiga Cassie, con quien llegó al terrible pacto de convertirse en la más delgada del instituto, ha muerto y la persigue en sus sueños, porque se la quiere llevar con ella, no quiere estar sola al otro lado...
Entrada la noche, cuando el mundo calla, las 237 páginas de Frío me han mantenido despierta. Antes de la página 50 ya había llorado, y a partir de la 100 ya no he parado. He desterrado de mi cuerpo ansiedades y tristezas, pues con Lia he compartido algunos de sus miedos más profundos, terribles e inconfesables.
Laurie Halse Anderson
La novela de Halse Anderson no es para débiles, ni para lectores que aborrecen los dramas lacrimógenos, eso está claro. Es una historia fuerte. La magia de su pluma os hará sentir el frío y el hambre en vuestras entrañas, y la clínica precisión con que Lia cuenta calorías y su madre relata informes de autopsia provocará escalofríos hasta en el estudiante de medicina más acostumbrado a la sangre.
La única línea discordante en el argumento -que por lo demás está bien tejido-, es Elijah. Él es la última persona que vio con vida a Cassie. Es más, esta le dio un mensaje para Lia. Toda su trama acaba siendo, en mi opinión, pura paja innecesaria; o bien debería haber tenido más relevancia, o bien debería haber desaparecido competamente. A lo largo de casi todo el libro Halse Anderson induce al lector a pensar que Elijah será el factor que haga cambiar a Lia de actitud, la persona que consiga que ella quiera salvarse -tal y como ocurre en Willow, de Julia Hoban, un título con tema muy similar al de Frío-. Sin embargo al final Elijah tiene un papel muy poco importante para Lia, aunque sí es cierto que su historia transmite un mensaje.
No obstante esa línea discordante no significa que la autora carezca de habilidad para crear buenos personajes: Emma es una hermana absolutamente adorable, capaz de despertar ese indescriptible y feroz sentimiento que se puede sentir hacia una hermana. La Doctora Marrigan es la madre sobreprotectora y exigente con la que toda hija se ha peleado alguna vez, simplemente porque ambas se parecen demasiado. Jennifer desmitifica la figura de la madrastra siendo una buena... madrastra Jennifer y David, como todo padre de adolescente, no sabe cómo hablar con su hija, aunque lo intenta de todo corazón.
En definitiva Frío es un libro que merece ser leído, pero a corazón abierto y en su momento justo, para disfrutarlo y sufrirlo en toda su plenitud: tal historia de superación personal puede ayudar a cualquier persona, pues en el fondo no trata en sí de vencer a la anorexia, sino a los problemas que subyacen en ella y que afectan a jóvenes y adultos, sólo que bajo diferentes máscaras.
Inclinamos la cabeza y abrimos la boca de par en par. La nieve que se escabulle en nuestras bocas arrastra copos de contaminación, copos de palabras malsonantes y de tabaco, copos de fluidos de chicos y chicas y copos de mentiras. Durante un instante no somos experimentos fallidos o preservativos rotos o tramposos en los exámenes; somos lápices de colores y fiambreras. Nos columpiamos hasta llegar tan alto que nuestros zapatos agujerean las nubes. Durante un suspiro, todo parece ser mejor. Y entonces se derrite. Los conductores de autobús aceleran y la nube de hielo se hace añicos. Todos avanzamos arrastrando los pies. No tienen ni idea de lo que acaba de ocurrir. No son capaces de acordarse.
Frío, Laurie Halse Anderson / Roca Joven, 16 euros, 237 págs.
ISBN: 978-84-9918-137-0 http://madwomanintheforest.com