El proyecto restaurador (1895-1901) de Manuel Aníbal Alvarez Amoroso para la iglesia románica de San Martín (siglo XI) en la localidad de Frómista (Palencia), lugar por el que (aprovecho que estamos en año Jacobeo) he pasado además haciendo el Camino de Santiago, fue un tema de estudio sobre el que investigué a comienzos de la carrera. Fue de lo más curioso hacer cierta labor de investigación, manejar documentos históricos, visitar el lugar buscando pistas cual detective... Pero quizás lo más interesante del trabajo fue que me enseñó a estar siempre atento a la hora de valorar un edificio y a tener una visión crítica de toda obra arquitectónica.
Para poneros en situación, la iglesia está realizada en piedra caliza y se compone de una planta basilical con tres ábsides, transepto, crucero, cimborrio y tres naves de cuatro tramos cada una, además de dos torres campanario cilíndricas a ambos lados de la entrada principal.
Aníbal Álvarez puede considerarse toda una figura contradictoria ya que, aunque fue consciente de la crítica cada vez más fuerte a los abusos restauradores que se hacían en la época, fue incapaz de negarse a llevar a la práctica sus juicios personales sobre el monumento. En la memoria concluyó que había que demoler gran parte de los cuerpos altos del templo por amenaza de ruina, pero aseguró que las obras de restauración se ejecutarían con las mismas piedras existentes colocadas en los mismos sitios y que si faltaba alguna ornamentada se sustituiría por piedra vieja para que no desentonara el color y sin ornamentar para que no existiera confusión entre lo antiguo y lo moderno.No creyó necesario levantar planos con la excusa de tener en conjunto el mismo aspecto que se veía en su estado actual salvo grietas y desplomes ya que, según decía en la memoria, se había impuesto no hacer obra alguna de restauración y así nadie podría acusarles de haber introducido parte alguna no existente.
Lo que realmente se hizo fue limpiar todo añadido posterior hasta conseguir prácticamente reproducir una imagen ideal de lo que ésta debió ser en su estado prístino. La sensación de pureza tanto en el exterior como en el interior se consiguió hasta tal punto que pudo identificarse con la categoría de monumento-tipo.
En 1894 se declaró Monumento Nacional y es cuando Aníbal Álvarez comienzó a reclamar la atención para el edificio desde la Comisión de Monumentos de Palencia. Se especificó sobre todo los problemas constructivos que venía padeciendo el edificio, y que hacían peligrar su estabilidad, como la construcción de una torre a modo de linterna sobre la cúpula octogonal, el cuerpo de escaleras por el que se accedía a la torre (que habían producido, según el arquitecto, el desplome de la pared de mediodía, correspondiente a la nave del Evangelio, el agrietamiento de la cúpula y de una de las pechinas) y la fractura de la bóveda central.
Para remediar el estado en el que se encontraba la iglesia propuso la demolición de la torre y la reintegración de la cúpula a su legítimo estado. Los derribos efectuados por Aníbal Álvarez abarcaron la bóveda central y lateral derecha, la cúpula con su segundo cuerpo, la torre que soportaba la escalera exterior que daba acceso a este cuerpo añadido en el crucero además de todos los añadidos en las fachadas laterales.
Una vez demolidas los añadidos de otras épocas, hubo que rehacer la fachada sur. Construyó un alero que no existía, así como nueve canecillos, abrió una puerta en la fachada meridional, suprimió un contrafuerte en el lado meridional, añadiendo otros dos más elevados nuevos que no se contemplaban en el plano. En cuanto a las dos torres circulares, se sabe que existía entera la de la izquierda y que la de la derecha estaba mochada. Hoy en día no se puede distinguir cual era la antigua y cual la reconstruida porque en realidad han sido rehechas las dos.
Utilizó el sistema de reedificar simultáneamente a los derribos para evitar los gastos de andamiajes y cimbras, sin permitir que hubiera un tiempo de reflexión o cambio de opinión motivado por conocer mejor algún detalle o por alguna aportación crítica venida desde fuera. La cubierta se proyectó tras estudiar la planta y otros monumentos coetáneos, a dos aguas para la central y transversal y a un agua para las laterales, las cuales estaban anteriormente a dos aguas también, lo que perjudicaba la estabilidad según Álvarez. Ya en 1901 se redactó el proyecto de obras para la terminación de la iglesia y el restablecimiento del culto.
Continuará...
Las imágenes que ilustran esta entrada pertenecen a Recuerdos y bellezas de España: Palencia por Parcerisa (1860), El arte románico español por Manuel Gómez-Moreno (1934) y Arquitectura y simbolismo de San Martín de Frómista por Jesús Herrero Marcos (1995) además de un levantamiento realizado por José Antonio Arenillas Asín (1974) y varias fotografías que realicé en 2004.