pero la bala llega y no duele.Palomas de pluma y rojo surgen del pecho abierto y siguen volando,
lejos del cuerpo que da en la tierra, lejos los gritos, botas y grava.
Sus iris se tornan grises como la mar, pero allá arriba el ave vuela,
y sube,
y vuela.
Pronto reclamará venganza, el ave junto al perro, el cerdo con el gusano.
Volverán sus ojos contra los hombres, les clavarán sus dientes y la marea los engullirá
sin medir ni pensar, gris,
pues poco mide y piensa cuanto sigue su cauce.
Y las aves, todas, volarán, y los gusanos volverán a sus pequeñas cuevas, y el mar llenará de verde
las cuencas vacías e iguales;
y nadie nunca recordará,
que un día aquí silbaron balas.
Cabeza de león asiria, British Museum (fotografía del autor)