Revista Cultura y Ocio

Fronteras

Por Cayetano
Fronteras Imagen tomada de aquí
La frontera es un lugar real, de encuentros y desencuentros. También es un espacio ficticio. En ocasiones, una metáfora de la soledad y de la incomunicación. Por la frontera pululan los desheredados del mundo, gente perseguida y acosada, también gente incomprendida y sola. Un mundo injusto, despiadado, donde todos son forasteros y se lucha por la propia supervivencia.

Hay fronteras geográficas; pero también las hay económicas, sociológicas, temporales, religiosas, morales. 

Hay fronteras mentales, psicológicas, interiores. Visibles e invisibles.
Hay murallas dentro de un mismo país, dentro de un mismo barrio, en el mismo hogar, incluso en el propio lecho compartido. 
La incomunicación como muro que se eleva entre las personas. Un gran tema del que ya trató en su día el grupo británico Pink Floyd con su álbum “The Wall”. El mundo de la realidad y el mundo de la imaginación y de los sueños también se ven separados por alambradas e infranqueables  muros. Las hay por lo tanto reales, pero también simbólicas.  También hay fronteras entre lo humano y lo extrahumano. El mediterráneo fue durante mucho tiempo la línea de separación entre los hombres y los héroes mitológicos: Hércules puso allí sus columnas para sujetar la bóveda celeste; por allí anduvo Ulises cuando bajó al Hades (Vesubio)  o cuando tuvieron lugar sus peripecias con la malvada Calypso (Malta), con Escila y Caribdis (estrecho de Messina), con las sirenas (costa suroeste de Italia) o con el cíclope Polifemo (Sicilia). Las fronteras temporales también son importantes.

Durante los siglos XV y XVI se configura una muy importante en Europa: la del Renacimiento. A un lado los pueblos más modernos, al otro los que todavía andaban anclados en la Edad Media. También esta época constituye el declive del mundo islámico en Europa, con la recuperación de Al Ándalus por parte cristiana. Otra frontera. Al igual que durante la época anterior, el mundo feudal cristiano era entonces el decadente y atrasado frente al esplendor de la civilización musulmana. Don Quijote, nuestro legendario caballero, caminaba a lomos de Rocinante entre varias fronteras: la que separa la cordura de la locura; la Edad Moderna de la Edad Media; la literatura de la realidad; el idealismo caballeresco del  materialismo de un tiempo prosaico donde la palabra de un caballero ya no valía nada. España fue víctima muchas veces de fronteras temporales.

En 1813: "eligió" el absolutismo y el atraso de Fernando VII en vez de la modernidad ilustrada que suponía José Bonaparte o La Constitución de 1812.  Por no hablar del muro de intolerancia  y de rencor que dividió a los españoles, que se levantó en los años 30 y que no culminó hasta el 20 de noviembre del 75.
Sigue en pie mi proyecto sobre las fronteras, un experimento histórico-literario y vivencial, a mitad de camino entre la colección de relatos, la crónica personal en tiempos de la transición española y la reflexión sobre algunos hechos históricos y culturales. 
Noticias muy pronto.


Volver a la Portada de Logo Paperblog