Cuando Gaudí aceptó el encargo de Eugeni Güell para construir lo que ahora conocemos como el Parque Güell, poco se podía imaginar que, en un futuro, ese espacio sería el escenario de películas de bajo presupuesto o el lugar de celebraciones anarquistas con despelote incluido de Ocaña y Nazario. Esas cosas ocurrían en los 70, e incluso un poco antes, desde finales de los 60. Era la época en que Jesús Franco utilizaba a Christopher Lee para encarnar a Fu-Manchú y lo traía a Barcelona a filmar en el Parque Güell. La película en cuestión era “El castillo de Fu-Manchú” y el escenario que hizo las veces de castillo, los parques Güell y Ciutadella.
La película fue realizada en 1969 y, entonces, raro era el turista que se dejaba caer por el barrio de La Salud, en Gracia, bien alejado del centro de la ciudad. Eso mismo pensaba la burguesía barcelonesa de principios del siglo XX cuando el señor Güell les intentó vender esta urbanización de lujosas viviendas que no consiguió colocar. Por eso cuando murió, en 1918, sus herederos lo vendieron al ayuntamiento para su conversión en el parque público que ha sido siempre, desde su apertura en 1926.
Noticia en La Vanguardia del 16/12/1925 relativa a la compra del Parque Güell
Desde entonces y, hasta ahora, allí han ocurrido muchas cosas. Una de ellas, la filmación de gran parte de “El castillo de Fu-Manchú”, por mucho que los créditos de inicio aseguren que los exteriores han sido rodados en “Estambul y alrededores”. A no ser que consideremos Barcelona como uno de esos alrededores ya que cantidad de escenas se desarrollan en lugares tan reconocibles como el puerto y los parques de la Ciutadella y Güell. Este último, hasta sufrió algunas explosiones controladas durante el rodaje.
En el “El castillo de Fu-Manchú” el malvado oriental inventa una máquina que hiela el agua con la que provoca el hundimiento del mismísimo Titanic. Aunque el nombre no aparece por ningún lado, tras ver la escena del choque contra el iceberg, es fácil deducir cuál es el barco que se hunde.
A partir de ahí, sus perseguidores habituales Nayland Smith y el doctor Petrie irán en busca de Fu-Manchú para evitar que acabe dominando el mundo. Ese es, por cierto, el mayor deseo de todo villano. Entre una cosa y otra Fu-Manchú se apodera de un castillo del Bósforo que, en realidad, es una combinación entre el parque Güell y el de la Ciutadella.
Jesús Franco también aparece en la película como solía hacer en muchas de ellas. Aquí, su papel es el de jefe de la policía turca. Y en otra escena de la película (o quizá de “Fu-Manchú y el beso de la muerte”), el escritor Javier Marías (sobrino de Jesús Franco) y su primo Ricardo Franco también salían, aunque de extras e imposibles de reconocer por ir tapados con capuchas negras y llevar vestimenta de esbirros chinos. Así lo afirmaba el propio Maríasen un artículo estupendo que escribió para El País tras la muerte de su tío. En él también le agradecía el haber conseguido sus primeros sueldos traduciendo los guiones de las películas de Drácula y Fu-Manchú realizadas para el productor Harry Alan Towers, una de las cuales era “El Castillo de Fu-Manchú”.
La de Jesús Franco no fue la única película de este tipo realizada en el parque Güell en los años en que era un lugar destartalado y abandonado. Unas condiciones perfectas para películas de terror como “El asesino de muñecas” (Miguel Madrid, 1975), que cuenta la historia de Pau, un chico un poco rarillo hijo del jardinero de una mansión ubicada en pleno parque Güell.
Ahora, 40 años después, el parque Güell es “Patrimonio de la Humanidad” (declarado por la UNESCO en 1984) y lugar de visita obligada por todo turista que llega a Barcelona preguntando por la obra de Gaudí. De hecho, el verano pasado hubo ocasiones en que el parque albergó hasta 5.000 visitas a la vez. En cambio hay turistas, de los que van con la guía en mano, que se olvidan de la existencia del Palau Güell. De hecho, hace poco una pareja de extranjeros me paró en plena calle Nou de la Rambla y me preguntó cómo llegar (a pie) a la Sagrada Familia mientras, justo en frente, tenían el Palau Güell sin saber que esa joya de la arquitectura también era cosa de Gaudí. Espero que me estén agradecidos por habérselo contado.
El Palau Güell en 1895