Revista Opinión
No se si será miedo, desconfianza, indignación, pero la situación del país en estos momentos quizás sea la peor de las vividas desde la transición política tras la Dictadura del General Franco. Esto no quiere decir que estemos economicamente peor que en los años setenta u ochenta, pero si que hemos retrocedido en tantas cosas, que hasta ahora seguían un ritmo siempre creciente. Esta claro que los de mi generación, la de los nacidos en los sesenta, hemos vivido en general, en su gran mayoría, con mejores posibilidades de todo tipo que nuestros padres y nuestros padres mejor que los suyos. Sin embargo ahora nos enfrentamos a no poder seguir el ritmo vital y todo indica que nuestros hijos, ahora en la Universidad, se encontrarán con un Mundo bastante peor. Ayer, al menos en Cádiz, vivimos una de las mayores manifestaciones de la historia de la Democracia, sin exagerar se contaba por kilómetros de la avenida central. El PP había conseguido, con su particular pegamento, aglutinar desde el CSIF (cuyos militantes apoyaron al PP y fueron en sus listas electorales), hasta la CNT o los partidos de la izquierda extraparlamentaria. Hoy, la indignación en las conversaciones en las paradas de autobús eran incendiarias, pero desde un populismo peligroso. Un señor, impaciente por lo que tardaba, muy a lo cañí, llegó a decirme que lo que hacía falta ya era un golpe de Estado. Otra señora, muy arreglada ella, empezó a defender a Rosa Díez como la única política que decía la verdad,.... En fin, una situación con el 600 de prima, con Grapos detenidos, con la TVE retomando series antiquísimas, con los militares cabreados, que sin llegar a ser lo mismo, pero si que nos empieza a sonar a momentos que no quisiéramos vivir. Por otra parte (y cuidado), parece que los problemas de la Economía española están en reducir el número de políticos, que no estaría de más, pero que ese, ese, no es el problema. Es verdad que hacen falta medidas de control del gasto público, auditorías de gestión, análisis de coste-beneficio en las infraestructuras, reducción del número de cargos políticos y en favor de técnicos especializados, establecimiento de un federalismo real, eliminación de la Casa Real, y muchas cosas más,... Pero con todo y con eso, el problema fundamental de estos momentos, si fundamental, viene de aceptar o no aceptar las reglas de un sistema que nos impone medidas que nos devolverán a los países de la periferia europea a la pobreza para salvar los errores del sistema financiero internacional y mantener el eje del Norte de Europa ¡El problema es el sistema! No lo es el maquillaje o la vaselina, según se trate de medidas más o menos duras. Y cuidado con entrar en el juego de despreciar a los nuestros, a nuestros líderes sindicales por si se van de vacaciones o llevan un reloj de tal marca, cuidado, porque son de los nuestros, y aunque se podían ya jubilar y dar paso a otras generaciones, no olvidemos que los sindicatos están para que la clase trabajadora tengamos herramientas. Podrán ser peores o mejores, pero son las herramientas que tenemos y que ellos quisieran que ni esas tuviéramos. Vamos a no quemarnos y lo que tenemos que hacer es desarrollar una alternativa de izquierdas a la crisis, de toda la gente de izquierdas, unidas más que nunca, desde el posicionamiento firme de que no vamos a pagar la deuda que otros generaron, todo lo demás será quemarnos en la hoguera de la Sra. Merkel y compañía. Y los que tengan complejos no nos sirven, los que duden y piensen en pactos nacionales y toda esa milonga, que sepan que también tienen el Infierno asegurado. Buen fin de semana.