El jueves de la semana pasada, un día antes del estreno en los Estados Unidos, el sitio especializado Rotten Tomatoes fijó en 4.9/10 el puntaje promedio correspondiente a Gangster squad, calculado en base a las primeras críticas que publicó la prensa de ese país. Entre las reseñas negativas, figuran las de Christy Lemire de Associated Press (“sólo ruido disfrazado de entretenimiento“), Owen Gleiberman de Entertainment Weekly (“el film, en tanto drama criminal, no va a ningún lado“), Roger Ebert del Chicago Sun Times (“apenas se funde en negro, GS malgasta la mayor parte de su promesa inicial“) y Todd McCarthy del Hollywood Reporter (“son buenos actores pero, salvo por Brolin y Gosling, ofrecen pocos momentos destacados“). En cambio el New York Observer y Variety se pronunciaron de manera positiva: el primero relativizó los defectos de “uno de los films de acción más entretenidos de los últimos tiempos” y la segunda celebró el “impresionante retrato del bajomundo (de la mafia de los años ’50)“.
Mientras esperamos el desembarco porteño previsto para este jueves 17 con el título Fuerza anti-gangster, algunos espectadores nos preguntamos si los reparos de la crítica norteamericana no tendrán relación con el manoseo que el largometraje de Ruben Fleischer sufrió a manos de Warner Brothers. La historia de la intervención se remonta a julio del año pasado, cuando el estreno de la última entrega cinematográfica de Batman inspiró la masacre de Aurora.
Antes del atentado perpetrado por James Holmes, la WB había decidido incluir el anticipo de Gangster squad en los avances previos a la proyección del nuevo bati-tanque. La película protagonizada por los mencionados Ryan Gosling y Josh Brolin, además de Sean Penn, Nick Nolte y Emma Stone se perfilaba como otro batacazo de la legendaria distribuidora. De ahí la estrategia de aprovechar la proyección de un éxito seguro -El caballero de la noche asciende- para anunciarla, y el aparente primer paso de una campaña de prensa concentrada en el estreno previsto para septiembre de 2012: el 7 en los Estados Unidos; el 20 en la Argentina.
El elenco encabezado por estrellas consagradas y ascendentes, el origen periodístico/literario del guión, la promesa de una historia basada en hechos reales, cierto parecido con Los Ángeles al desnudo son los cuatro grandes ganchos de esta producción hollywoodense. Lógicamente nadie pudo imaginar que el trailer (y el film entero) contenía(n) una escena muy parecida a la balacera que Holmes disparó contra el público de una sala de cine.
Tras el desaguisado, la Warner Bros. no sólo decidió retirar el avance y postergar el estreno, sino que anunció la realización de retoques suplementarios a la eliminación del desafortunado tiroteo. El 23 de agosto un blog del New York Times se refirió a esta instancia de “refilmación”.
Enseguida algunos cinéfilos estadounidenses se preguntaron -por ejemplo aquí- si estos cambios de último momento tenían sentido en una película que la Motion Picture Association of America (MPAA) había calificado con la letra “R” o sólo apta para mayores de 17 años porque usa lenguaje obsceno y muestra escenas de sexo, violencia y/o consumo de drogas. Otros recordaron -por ejemplo aquí y aquí- las modificaciones que Hollywood les impuso a títulos que habrían de estrenarse después del atentando a las Torres Gemelas: entre ellos Daño colateral con Arnold Schwarzenegger.
El lunes pasado, es decir, tras el primer fin de semana posterior al estreno en los Estados Unidos, se triplicó la cantidad de críticas periodísticas revisadas y replicadas por Rotten Tomatoes, pero el puntaje correspondiente ascendió apenas a 5/10. El público, en cambio, fue más benévolo: al menos las opiniones publicadas en el mismo sitio web arrojaron un 68% de aprobación, traducido en una nota esperanzadora de 3.7/5.
Sin embargo, aún las cifras más optimistas distan de anunciar el batacazo que la Warner Brothers imaginó para Fuerza anti-gangster antes del fatídico episodio en Aurora. Queda flotando en el aire la sospecha de que el trabajo de Fleischer habría corrido mejor suerte si el estigma batmaniano -o holmesiano- no lo habría sometido a remiendos corporativos de mayor envergadura que aquéllos a los que Hollywood nos tiene acostumbrados.