Al terremoto sobrevino un tsunami; al tsunami, la destrucción; a la destrucción, la emergencia nuclear y a ésta, la contaminación, las mutaciones y una pared de hielo que se derrite.
El incendio de una de las centrales por los daños del Tsunami
Desde hace 3 años y medio el reactor de Fukushima es una amenaza para la seguridad ambiental.
Tokio Electric Power Co., la compañía a cargo de las centrales dañadas en el tsunami de 2011, prometió construir una pared de hielo que desacelere el movimiento de agua debajo de los reactores para detener el flujo de agua contaminada hacia el Pacífico. Pero parece no estar funcionando.
Tepco dice que el proyecto, que aún se encuentra en las etapas iniciales, tiene un problema con la pared interna de hielo que debe contener el agua radiactiva que emerge de los reactores dañados. Según los dichos de su vocero, la compañía tiene dificultades para lograr que “la temperatura sea lo suficientemente baja” y por eso el agua con Cesio radiactivo sigue filtrando al mar.
El sistema que planificaron funciona a través de una red de caños que llevan un líquido refrigerante, como una enorme heladera o una caldera, a la inversa. Estos caños congelan la tierra y forman una barrera física para que el agua contaminada no filtre a través de las vías subterráneas hacia el océano Pacífico y los afluentes cercanos a Fukushima.
Pero los esfuerzos de la compañía por ahora no dan frutos, y no encuentran una solución. Mientras tanto, los campesinos y pescadores de las zonas aledañas sufren las consecuencias.
Hasta las mariposas de la zona sufrieron modificaciones genéticas, incluso cuando se pensaba que esto podía ser inmensamente difícil en insectos. Por la radiación, se les modificaron los ojos, que parecen tener unas pequeñas hendiduras, y las alas sufrieron deformaciones e irregularidades.
Estiman que la central que sufrió el peor accidente desde Chernobyl podría tardar hasta una década en restablecer los niveles de seguridad ambiental que existían hasta el terremoto del 11 de marzo de 2011.
Entre el terremoto, tsunami y catástrofe nuclear murieron más de 16.000 personas en las prefecturas de Fukushima, Miyagi e Iwate. Además 6.000 fueron heridas y unas 3.200 desaparecieron. Aparte de estas cifras escalofriantes, sobrevienen los daños incontables a la salud de miles de japoneses por la contaminación del agua y la tierra.