Revista Cultura y Ocio

Furia – @Sor_furcia

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Según Wikipedia, fuente de sabiduría colectiva de nuestros días, la furia es un estado mental alterado de ira demencial, y también una de las tres deidades vengadoras de la mitología romana. Ira, demencia, venganza… una palabra que contiene estas otras en su definición, obviamente, es difícil que provoque algo bueno.

La furia es lo que impulsó al exnovio de Tiziana Cantone a difundir un vídeo privado de ella practicando sexo con otro hombre, y fue esa furia vengadora la que se hizo viral y, por supuesto, la que la mató. Y, no nos engañemos, no fue el contenido sexual del archivo lo que hizo que corriera como la pólvora, no, lo que lo hizo famoso fue la humillación. Al ser humano le gusta humillar, le gusta ver cómo otro es humillado, porque eso le hace sentirse poderoso, superior… En definitiva, estamos tarados.

Casi un millón de usuarios vieron el vídeo de esta chica de 31 años que simplemente disfrutaba de su sexualidad y del morbo de grabarlo en vídeo de manera libre y consensuada. Casi un millón de cómplices lo compartieron, se mofaron, hicieron memes, camisetas… un escarnio público que acabó con ella, inerte, colgada de una bufanda azul (sí, sabemos hasta el color de la prenda que eligió para quitarse la vida, pero todavía no hemos visto la cara del hombre que la impulsó a hacerlo). Casi un millón de personas hicieron que se sintiera avergonzada de ser libre, ridiculizada (hasta por personajes famosos) por practicar sexo y, finalmente, culpabilizada por permitir que la grabaran…

Y entonces me surge una pregunta ¿qué hubiera pasado si no hubiesen pillado a los 5 “presuntos violadores” de San Fermín?… ¿Qué hubiese sucedido si se hubieran ido de rositas y uno de ellos hubiese enviado el vídeo que grabaron al grupo de wassap de sus amigotes, y de ahí hubiese pasado de grupo en grupo hasta hacerse viral? Puesto que un vídeo con contenido vejatorio, con tirones de pelo, faltas de respeto, etc., reúne todas las características para triunfar entre un público masculino educado en el sexo a través del porno heteronormativo. ¿Qué hubiese ocurrido si esa pobre chica hubiese tenido que ver cómo todo su entorno la señalaba con el dedo y se mofaba de ella? Seamos sinceros, en este país nos encanta hablar de la vida de los demás, hacer un linchamiento si es posible, y el sexo sigue siendo un arma más para atacar, ridiculizar, chantajear y humillar a las mujeres. ¿Y si finalmente esa chica hubiese decidido acabar con su vida? Entonces nos hubiésemos echado las manos a la cabeza… Qué hipócritas… Pero no, por suerte de este caso tenemos acusados con rostro, nombre y apellidos, ya que de haber sido al contrario sólo tendríamos a una chica muerta culpable por haberse dejado grabar.

Porque es más fácil señalar a la víctima que admitir que la sociedad está enferma. Y mientras Tiziana desaparece poco a poco de nuestra memoria, su vídeo seguirá estando ahí para el deleite de morbosos y degenerados, y para el lucro de webs que hacen negocio gracias a semejante vejación. Parece que ya no tenemos principios, ni empatía, ni escrúpulos… En fin, que estamos tarados, lo que yo decía.

En “El arte de la inteligencia”, Allen Dulles ya hablaba de una sociedad que impulsaría a sus jóvenes hacia el culto al sexo, la violencia, el sadismo y la traición, extinguiendo la autoconciencia y cualquier tipo de moralidad. Una sociedad que ridiculizaría la honradez y la honestidad fomentando el descaro, la insolencia, el engaño y la mentira… Un mundo que dejaría indefensos, calumniaría y desacreditaría a quienes no se dejaran corromper, desmoralizar y pervertir, para evitar que fueran escuchados por el resto… Un entorno, como el nuestro, que ya lleva 17 ediciones de Gran Hermano, que toma de referencia juvenil a los participantes en Mujeres y hombres y viceversa, que tiene Sálvame como líder de audiencia… Un país donde no solo premiamos, sino que incluso idealizamos, la mediocridad. Porque ser mediocre es más fácil que esforzarse por hacer las cosas bien.

He dicho tantas veces que el ser humano está mal hecho… pero no, no es cuestión de morfología sino de educación. Y la educación no es sólo lo que recibimos durante la infancia, la educación y reeducación dura toda la vida y también depende de nosotros mismos. De aprender y desaprender. De ser responsables.

¿Habéis visto la película “The purge” (La purga)? Está ambientada en un futuro no muy lejano donde, para acabar con la delincuencia, se declara un día al año de “todo vale”, un día donde todo el mundo puede hacer lo que le dé la gana, incluso violar, matar o torturar. Y pase lo que pase en esa “festividad” nadie será juzgado por ello. Como cabía esperar, lo que sucede es una auténtica masacre donde los seres libres dan rienda suelta a sus fantasías más oscuras. Y al finalizar, cuando toca la sirena, todos se vuelven a su casa y hacen una vida normal durante los restantes 364 días del año. Bueno, en definitiva, ciencia ficción… o no.

Corría el año 1974 cuando la artista serbia Marina Abramovic representó su performance “Rhytm 0”. La obra consistía en ella misma parada durante 6 horas en una habitación junto a una mesa con 72 objetos muy variados (una rosa, una pluma, perfume, un bisturí, miel, tijeras, una barra de metal y una pistola cargada, entre otros). Los asistentes al acto podían hacerle a Marina lo que quisieran, ella se había comprometido a permanecer impasible, como un objeto más. Al principio le ofrecían la rosa, o un beso, balanceaban sus brazos… pero la cosa empezó a calentarse, empezaron a tocarla de manera más íntima, le cortaron la ropa, e incluso le hicieron cortes a ella con el bisturí, y llegaron a apuntarle con la pistola en la cabeza… Tras las 6 horas, cuando la artista se movió, el público huyó de la sala por miedo a un enfrentamiento directo con ella. Marina confesó después que estaba tan comprometida con la pieza que no se hubiera resistido a la violación o el asesinato. Quería comprobar lo lejos que podía llegar el público y acabaron poniendo su cuerpo al límite, haciéndola sentir vulnerable… Se creó una atmósfera agresiva donde el ser humano, una vez más, demostró que si le dan libertad, muchas veces elige la violencia. Así que ¿qué decíamos? ¿ciencia ficción? Ojalá, pero no.

Todos hemos oído hablar de las películas snuff, esas atrocidades en las que se basan los argumentos de largometrajes como Tesis o Asesinato en 8mm. Unas aberraciones con las que siempre se ha relacionado el caso sin resolver de las niñas de Alcasser (Míriam, Toñi y Desirée… siempre recordaré sus nombres así, juntos, de carrerilla… mientras algo se me estremece por dentro). ¿Dinero a cambio de muerte? No, dinero a cambio de humillación, de llevar el deseo de sentirse poderoso al extremo, hasta el punto de comprar la vida de una persona… Y esto, señores y señoras, sigue siendo la cruda realidad.

Y es que vivimos en un mundo egoísta e individualista que nos ha enseñado a no preocuparnos por los demás, a actuar por y para nosotros pasando por encima de quien haga falta (sin importar el impacto de nuestros actos), como ya nos retrataba José Saramago en su “Ensayo sobre la ceguera” (según él “la novela que plasma, critica y desenmascara una sociedad podrida”). Formamos parte de una humanidad deshumanizada y repugnantemente cruel donde la venganza actúa y el silencio se hace cómplice. Porque si a tus manos llega una película de un asesinato, o pedófila, sentirás un rechazo frontal… ¿Pero por qué con un vídeo robado con contenido sexual no haces lo mismo? ¿A qué se debe esa ceguera selectiva? Si lo consumes, lo compartes, y no muestras tu disconformidad y/o lo denuncias, entonces eres igual de culpable. ¡Que ya vale de hablar de la sociedad como un ente abstracto! Que la sociedad somos todos, soy yo, y eres tú, así que no nos lavemos las manos y asumamos nuestra parte de responsabilidad.

Pero, como pasaba en Matrix, de las hermanas (sí, ahora en femenino plural) Wachowski, de repente aparecen personas que se despiertan, que abren los ojos, que se mueven y provocan un movimiento global. Imaginaos un tarro de cristal lleno de piedras. El tarro es la sociedad y, como no, las piedras somos todos (sí, tú también formas parte de ella, no te olvides). Si una sola piedra se mueve, generará una reacción en las que la rodean, y ellas en las demás, y al final ese impacto se sentirá en todo el tarro. Porque tendemos a subestimar nuestro poder como individuos, pero el movimiento de una sola pieza del engranaje ocasiona un cambio en toda la maquinaria. Como nos explican en el efecto mariposa de la teoría del caos, cualquier variación, por pequeña que sea, acabará dando lugar a situaciones completamente diferentes; y si en la población se produce una ligera perturbación, se puede conseguir un efecto considerablemente grande. Porque “el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tornado al otro lado del mundo” (de ahí el nombre de la teoría).

Pues bien, tú eres la mariposa y tus decisiones son el aleteo. Tú eres el responsable de no compartir material humillante, de denunciarlo, de no ser cómplice de una sociedad enferma, de cambiarla desde dentro, de ser Neo (“el elegido”), o Trinity (la mujer a la que un hombre le robó el protagonismo, cómo no…), de tomarte la píldora roja, de abrir los ojos… y si hay que utilizar la furia que sea para luchar con coraje contra lo que es injusto y no para hacernos daño entre nosotros.

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