-Para algunos, el desenfoque permite disimular las imperfecciones.-
Género. Ciencia ficción.
Lo que nos cuenta. La ciencia permite que, en el siglo XXV, la inmortalidad sea posible; pero no todos los países ni todas las personas del mundo tienen acceso a ese derecho ya que los recursos son finitos. Europa Unida es una gigantesca metrópolis superpoblada que llega hasta los cielos y en la que, para tener hijos, hay que renunciar al derecho a vivir para siempre. Pero hay facciones que, terroristas para unos y políticos en la clandestinidad para otros, luchan por cambiar las cosas. Yan es un miembro de La Falange, organización que castiga a los que violan la ley inyectándoles la vejez, al que un influyente senador ofrece un salto en la organización, más poder y más privilegios si termina con una de esas personas que lucha por los cambios en una actuación más allá de lo que las leyes le permiten.
Mi opinión. Trabajo de ritmo estable e interés variable, más gris que triste, con narrativa extraña que va más allá de la elipsis para dejar casi todo en manos de la imaginación del lector en muchas ocasiones, protagonista desagradablemente humano pero logrado en ese sentido, secundarios menos naturales, deprimente pero forzado, noir extraño con frecuencia, lleno de clichés si se ha leído lo suficiente por más que se traten de camuflar, con bastante sobrepeso, distinto y que no será del agrado de todo paladar lector.
Destacado. Lo borroso, con mucha frecuencia, de casi todo lo que hay al fondo de la acción. ¿Decisión o carencia necesaria? Me inclino por lo segundo.
Potenciales Evocados. Batido desnatado pero en copa usada de Swarovski de ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!, Blade Runner, Un mundo feliz y 334; momentos de Carbono alterado si se hubiese escrito en serio y con ínfulas filosóficas.