Si creyera en adivinos llamaría a uno de esos programas que emiten de madrugada. Diría: Hola, soy Libra. Quiero saber si Géminis volverá conmigo. Respuesta: Querida, veo un Caballo de Copas pero está muy alejado de la Sota de Bastos. No lleves la contraria al Destino. Contempla nuevos horizontes. Como no creo en adivinos entretengo mis insomnios con tu recuerdo. Proyecto tu imagen hacia detrás y hacia delante como en una película de la cual soy directora, guionista, montadora y script. Así hago que repitas todas aquellas acciones del pasado que yo elijo, y otras nuevas que improviso. Pongo en tus labios las palabras más dulces; en tus ojos, el deseo más urgente. Entre cabezada y cabezada reinvento los sueños que antes compartimos.
Por la mañana me levanto ojerosa, solo el café bien cargado puede mitigar los efectos adversos de esas noches. Intento beberlo a sorbos cortos, como si fuera medicina, pero enseguida me impaciento y acabo apurándolo de un solo trago Miro con aprensión la tacita, buscando significados en las huellas que la bebida dejó sobre la porcelana. Hoy las señales son iguales a las de ayer, los mismos restos de espuma oscura ordenados en capas superpuestas formando nubes. Mal augurio, las nubes oscuras sugieren tormenta, ocaso, ruptura definitiva. El café es un oráculo aún más cruel que los videntes de la tele. Mañana probaré con la cerveza.
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