Revista Opinión

Futuro incierto

Publicado el 14 noviembre 2016 por Jcromero

Habrá que aceptarlo: cada vez que se conoce el resultado de unas elecciones democráticas se produce una decepción más. Algo no funciona cuando tipos como Trump consiguen ser presidentes electos. Con todo, el triunfo del magnate no supone una novedad. Hace unos años, en Italia, millones de ciudadanos votaban entusiasmados a Berlusconi, ahora la Liga Norte continúa recibiendo un enorme voto popular. En Francia, el Frente Nacional recibe el respaldo de millones de ciudadanos; en Alemania, Austria, Holanda o el Reino Unido aumenta el voto para la extrema derecha. Y aquí, millones de españoles votan a un partido investigado por innumerables casos de corrupción que además recorta derechos y amordaza libertades.

Supone un error aceptar que el electorado se equivoca sin analizar los motivos. Algo está sucediendo cuando se vota opciones políticas que apuestan por el crecimiento de la desigualdad y de la xenofobia. Algo está fallando cuando la democracia sirve para que todos los candidatos, con mayor o menor impudicia recurran a la carnaza demagógica y sensacionalista, sabiendo que eso moviliza a los electores. La democracia representativa está en crisis cuando se apuesta por el candidato más histriónico, cuando se revaloriza la mentira y se acepta que el fin justifica los medios. Algo estamos haciendo mal cuando cerramos las puertas a los refugiados o la tragedia diaria del Mediterráneo se perpetúa ante la inacción de los gobiernos y la indiferencia de la ciudadanía.

No nos queda ni el consuelo de pensar que la democracia se perfeccionará en el futuro cuando los controladores del sistema educativo tienden a quitar valor a las humanidades y cuando se favorece el desarrollo de los aspectos prácticos de la vida, para mejorar la empleabilidad, como se puede leer en el preámbulo de la LOMCE, en detrimento de la formación de ciudadanos. ¿Qué podemos esperar cuando la necesaria capacitación profesional, se programa a costa de arrinconar la formación de ciudadanos capaces de desarrollar un pensamiento crítico, libre y autónomo; de ciudadanos capaces de reflexionar e indagar sobre la realidad que vive? Si sólo se prepara para la subsistencia, se pierde el concepto de ciudadanía y el sentido de la vida. Cabría dudar entonces, si se planifica de esta manera porque así resulta más fácil que tipos como Trump sean elegidos presidentes.

La democracia, más que electores, necesita ciudadanos en el sentido más clásico y democrático del término: no hay democracia sin ciudadanos. A este paso, por los intereses de unos y la desgana de la mayoría, la democracia deriva hacia una simple forma de repartir el poder desde el engaño.

Ahora, cuando se rinde merecido homenaje a Leonard Cohen vendría bien recordar los versos cantados en que, más o menos, dice algo así: Todo el mundo sabe que los dados están trucados [...]. Todo el mundo sabe que la guerra ha terminado, que los buenos perdieron, que la pelea estaba amañada. Todo el mundo sabe que los pobres se quedan pobres y los ricos seguirán robando. Eso es lo que pasa. Todo el mundo lo sabe.

Es lunes, escucho a Jesper Lundgaard Trio:

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